Tobías Macías González, de 28 años, mejor conocido como ?El Gallo?, no sabía que su peor pecado había sido nacer discapacitado, pues eso le valió ser literalmente apaleado por niños de la Escuela Secundaria Ignacio Manuel Altamirano con un bate, causándole fractura expuesta de hombro, misma que posteriormente 14 días después le costaría la tumba.
Lo peor que le pudo haber sucedido a Tobías fue nacer con un brazo como pegado a su cuerpo y tener una difícil forma de caminar. El otro brazo, el izquierdo, apenas lo podía mover y con ése se dedicaba a lavar carros en la calle Maguey y Negrete, a un lado del Instituto Tecnológico de Durango (ITD).
Era prácticamente el único sustento de su familia que vive en un jacal, sobre prolongación Pino Suárez, en la colonia Luis Echeverría; sin embargo, lo más indignante, según relatan dos comerciantes que tuvieron mucho contacto con él, Francisco Quiñones Gallegos y Miguel Ángel Hernández Hernández, de artículos deportivos ?Pancholín? y ?Carnitas Libertad?, es que no se haya hecho justicia, pues los tres responsables, quienes ya han sido identificados por las propias autoridades educativas del plantel en donde estudian, no han sido detenidos.
Para Francisco Quiñones, son personas que deben estar en el Centro de Orientación y Observación para Menores Infractores (COOMI), pues dice que no puede creer que ?El Gallo? haya perdido la vida por la imprudencia de éstos.
Miguel Ángel Hernández comenta que ese día ?El Gallo? se encontraba almorzando unos tacos, pues a veces lo invitaba conociendo su precaria situación económica. Él estaba en un banco a la derecha del puesto, sobre la acera.
Apenas unos minutos, cuando se dio la hora de salida de los niños de la secundaria, Tobías le dijo a Miguel que iba por su cubeta, que se encontraba por la calle de Negrete, pues todos los días por lo menos estos niños le pateaban el cubo, le gritaban, lo insultaban y lo humillaban.
Parece que ya lo estaban esperando, pues en cuestión de segundos fue atacado con un bate y le ocasionaron fractura expuesta de hombro.
Sin decir nada, sin quejarse, se fue a sentar de nuevo al puesto de su amigo Miguel, pero en otro banco. Tenía los pantalones abajo, porque en la golpiza que le dieron dañaron la hebilla de su cinto, y no soportó el peso de esta prenda de vestir. Yacía con la cabeza pegada al mostrador.
Miguel, sin haberse dado cuenta de lo que le había pasado segundos antes, preguntó si le acontecía algo. Tobías se quejaba de su hombro que se cubría con una franela con la que limpiaba, que fue descubierta por Miguel, a quien sólo se le transformó el rostro en muecas de sorpresa y de indignación al observar el hueso expuesto.
Llamó a la Cruz Roja. Lo atendieron y rápido lo dieron de alta. Tobías seguía yendo por el ITD, pero parece que la falta de recursos económicos para atenderse le complicó la herida y finalmente el pasado domingo dejó de existir. Todavía ayer martes lo estaban velando en su jacal.
Miguel recuerda que después de que fue atacado su amigo ?El Gallo? pasó por ahí una patrulla de la Policía Ministerial, a quien acudió para denunciar el hecho. Los agentes se dieron una vuelta y no encontraron nada... y hasta el momento tampoco, el delito sigue impune. Francisco Quiñones se pregunta: ?si estos niños siguen libres, ¿qué se podrá esperar cuando sean mayores? Podrían matar a otra persona.
