EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Líos de faldas

Adela Celorio

A mí esto de ponerme seria como que no se me da y mucho menos en junio que es un mes que asocio con la alegría y la sensualidad, pero a veces ocurre que la vida llega sesgada y aunque mi espíritu jarocho permanece, el ánimo risueño se torna sombrío. Imagínense que en lugar de los placeres marítimos que habíamos previsto para junio, andamos turisteando por esas cuevas de asaltantes que son hoy los hospitales, donde entramos y salimos por los daños irreversibles que la perra contaminación de esta ciudad ha causado a los pulmones del Querubín.

Razón me sobra para andar con el ánimo propio de un noviembre lluvioso, cuando encima me entero del más reciente autogol que ha metido en su cancha nuestro presidente.

Y que conste que yo soy como esos buenos hinchas que están con su equipo aunque pierda; pero habiendo organizado cadenas de oración para favorecer el cambio que representaba el rancherote aguerrido y frontal que nos ofreció sacar a las ratas de Los Pinos y escuchado con lágrimas de emoción al todavía presidente Zedillo cuando adelantó: “¡la ventaja de Vicente Fox es irreversible!” y celebrado el triunfo una semana seguida como si se tratara de un logro personal; de verdad que no me merezco lo que está pasando.

Yo que me mantenido alerta y con mi flamígera pluma siempre dispuesta a reivindicar los cambios que si bien no han podido darse con la facilidad que nuestro pensamiento mágico había imaginado; hay por lo menos algunos que nadie puede negar, como es el respeto irrestricto que ha tenido Presidenfox a la libertad de prensa, asumiendo por supuesto los abusos que esta libertad conlleva.

Es por eso que resulta imperdonable que nos salga ahora conque una de las señales del cambio son las faldas bien puestas de su señora, quien aprovechando el poder que le confiere su circunstancia de esposa actual del presidente, más el que ella misma se abroga, ha tenido la “valentía” de demandar a una siniestra periodista a quien ella misma en su avidez de protagonismo introdujo en los intríngulis de su historia personal.

Qué jodidez la nuestra si el cambio por el que estamos pagando tan caro los mexicanos debe medirse aunque sea en parte, por las faldas de la señora y no por los pantalones del presidente.

Ante eso sólo nos queda dar gracias por que la falduda mujer, casó primero con veterinario y después con político, porque con esta obsesión que tiene de entrometerse en los trabajos de sus maridos, no quiero ni imaginar lo que pasaría si en una de ésas casa con cirujano y se considera con derecho de meter el bisturí en las cirugías a cargo del marido. ¡Qué terror!

adelace@avantel.net

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 153046

elsiglo.mx