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MÉXICO, DF.- Los diez obispos de la región noreste de México, como Francisco Robles, de Monterrey, Raúl Vera, de Saltillo y Ricardo Watty Urquidi, de Nuevo Laredo, exhortaron a la sociedad a ?moverse? para frenar las muertes y la destrucción del tejido social que ocasiona el narcotráfico del que autoridades han sido cómplices, así como a eliminar el ambiente de tensión, inseguridad, temor y desconfianza que provocan las acciones violentas.
Hicieron un llamado a los narcotraficantes: ?arrepiéntanse de los actos que realizan como la producción y transportación de droga. También a los que se dedican al narcomenudeo, a los que la consumen, a los sicarios y a todos los implicados en este nefasto negocio?.
A través de un pronunciamiento firmado también por Alonso Garza Treviño, de Piedras Negras; Antonio González Sánchez, de Ciudad Victoria y José Luis Dibildox Martínez, de Tampico, lamentaron que en las calles, en los ejidos y pequeñas poblaciones se acrecienten los espacios para el narcomenudeo, en tienditas o domicilios particulares.
?Es deplorable que, sea por necesidad, ignorancia o ambición de dinero, que siga incrementándose el número de personas que se prestan al tráfico de estupefacientes, y lo más grave es que algunas autoridades se hagan cómplices para que tanto el tráfico, como la distribución se realicen impunemente?.
Advirtieron que ante este panorama que refleja una cultura de muerte, se corre el riesgo de perder muchos de los valores humanos trascendentes, que le dan cohesión y estabilidad a la sociedad. Resaltaron su inquietud por las cada vez más frecuentes ejecuciones de civiles, de autoridades, de ex funcionarios públicos y de periodistas; además, ?levantones?, secuestros, irrupciones en domicilios particulares o lugares públicos.
?Los operativos de parte de los cuerpos de seguridad y del Ejército, con despliegues espectaculares, generan en el estado de ánimo de la población zozobra, sensación de impotencia, desánimo y desconfianza en las autoridades".
?Por otra parte, dichos operativos no resuelven convincentemente un problema que continúa creciendo como una espiral demoledora, que masacra de múltiples maneras a las personas, a las familias, y de un modo particular a los jóvenes y a los niños?.
