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COLONIA, ALEMANIA.- El Papa Benedicto XVI navegó ayer por las aguas del Rin para orar por los jóvenes desde la proa de un crucero en el regreso a su tierra natal, su primer viaje al extranjero como Pontífice.
Saludó a los miles de feligreses que lo miraban desde la margen del río en los festejos del Día Mundial de la Juventud en Colonia, y en su discurso destacó la herencia cristiana de los europeos.
?Saludo también con afecto a aquellos de ustedes que no han sido bautizados o que no han encontrado una casa en la Iglesia?, sostuvo, instando a los jóvenes a ?abrir grande sus corazones a Dios?.
La fe debería ser proclamada por los creyentes ?desde esta tierra en el corazón de Europa, una Europa que le debe tanto al Evangelio y a sus testigos a lo largo de los siglos?.
Evangelizar una Europa cada vez más laica es uno de los principales objetivos de la visita de Benedicto, al igual que acercarse a los judíos y musulmanes.
Benedicto planeaba visitar la sinagoga de esta ciudad, reconstruida después que los nazis la destruyeran y encontrarse con líderes musulmanes.
La recepción brindada al Papa fue discreta en comparación con las que solían aguardar a su carismático antecesor Juan Pablo II. No besó el suelo como siempre hacía Juan Pablo y apenas unos cientos de admiradores fueron al aeropuerto.
Pero miles se congregaron a aplaudir al verlo en una gran pantalla de televisión montada frente a la famosa catedral de Colonia. Más de 400 mil peregrinos se registraron con anticipación y se aguarda a un millón de personas para una misa al aire libre el próximo domingo.
El canciller Gerhard Schroeder y el presidente Horst Koehler recibieron a Benedicto en la alfombra roja cuando bajó del avión, que estaba decorado con banderas alemanas y vaticanas. Es la primera vez que el Papa regresa a su país natal desde su elección el 19 de abril. Nació en Marktl Am Inn, Baviera, y fue arzobispo de Munich.