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Llevan a sus muertos sus canciones favoritas

CRISTAL BARRIENTOS TORRES

DOS DE NOVIEMBRE DÍA DE MUERTOS

EL SIGLO DE TORREÓN

Con cada nota del acordeón y la guitarra los recuerdos llegan de golpe

TORREÓN, COAH.- Mientras Guadalupe observa la tumba de su madre, un trío toca sus canciones favoritas, ésas que ella escuchaba cuando estaba viva, por eso los recuerdos le llegan de golpe con cada nota que sale del acordeón y de las guitarras.

A Guadalupe los recuerdos de su madre la invaden y siente nostalgia por los días que compartieron y que nunca volverán. Y como ella, ayer miércoles miles de personas acudieron a los cementerios para visitar a sus deudos.

Apenas hace un mes y medio que Guadalupe Gómez Rivera perdió a su madre. Poco a poco ha ido asimilando su muerte y asegura que cada dos de noviembre visitará su tumba, pues cuando ella vivía le inculcó esta tradición mexicana.

Gloria Rivera Murillo es prima de Guadalupe y, desde hace 43 años, sin excepción, acude al cementerio el Día de Muertos, ?cuando vivía mi tía las dos visitábamos la tumba de mis padres, ahora me tocó venir sola y a verla a ella también?.

A unos metros de la tumba de la madre de Guadalupe, se encuentra Cristina Rivas Amaro. Ella tiene 73 años de edad y desde hace 55 visita el Panteón Municipal Número Uno. Ahí están enterrados sus padres: Josefa y Ricardo, además de cuatro de sus hermanos.

?Trato de venir cada semana o cada 15 días, pero es una tradición familiar venir cada dos de noviembre, llegamos como a las nueve de la mañana y nos vamos como a las cinco de la tarde, nos traemos hasta a los tataranietos. Mi padre murió hace 55 años y mi madre hace tres años, ella tenía 93 años cuando falleció?.

Hugo Rivas Amaro es hermano de Cristina, y considera que las tradiciones mexicanas como el Día de Muertos se siguen conservando: ?nada más vea cómo está lleno de gente, nosotros tenemos años viniendo y siempre es así?.

Sin embargo, Cristina no piensa lo mismo que su hermano: ?para mí ya no es lo mismo, ha cambiado mucho, como que ya no hay tanto respeto para los muertos, nada más vea cuánta tumba hay quebrada, y eso da mucho pesar?.

Y mientras Guadalupe, Cristina y Hugo recuerdan una y otra vez los momentos que pasaron con sus seres queridos, las tumbas del Panteón Municipal se llenan de color. Los vendedores aprovechan la nostalgia de los deudos para convencerlos de comprar de todo un poco: agua, flores, cañas, hasta pagar por escuchar las canciones favoritas de los difuntos en su día.

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