El País
LA HABANA, CUBA.- Cincuenta y tres años después del primer viaje a Cuba de Lola Flores, su hija mayor, Lolita, ha desembarcado en la isla como un ciclón. La visita en principio era para promocionar su último disco, ?...Y ahora Lola?, un regalo a mi madre, pero desde el comienzo quedó claro que se trataba también de un viaje por la memoria y las raíces cubanas de los Flores.
Desde el jueves, Lolita ha sido objeto de homenajes, ha participado en una peña con artistas que compartieron escenario con su madre y ha sido aclamada en clubes como el Gato Tuerto, donde ha acabado cantando ?Pena, penita, pena? a las tres de la madrugada.
Es sabido que entre gitanos y cubanos la química funciona. Pero si a este cóctel de fuego se le agrega una saga familiar como la de los Flores, entonces la mezcla adquiere carácter explosivo. Los antecedentes son de sobra conocidos: los tres viajes que hizo Lola Flores a Cuba en los años 1952, 1953 y 1956. La Faraona no sólo arrasó en los teatros Payret y América y en el cabaret Montmartre, también participó en famosos programas de televisión, como Casino de la alegría y Mi estrella favorita, de los que quedan fabulosos testimonios grabados.
Aunque Lolita ha dejado claro que ella es ella y que éste es su viaje -?tenía muchas ganas de venir, estaba esperando este momento desde hace 30 años?- , también ha disfrutado, y mucho, este reencuentro con el pasado y con las huellas de su madre, que sigue siendo idolatrada en la isla. ?Yo he conocido Cuba a través de los ojos de mi madre. Ella decía que era un país maravilloso, que la paraban por la calle, que la invitaban a comer a sus casas, que se ponía la flor en el pelo a las nueve de la mañana y se la quitaba a las doce de la noche, porque actuaba tres y cuatro veces al día. Decía que dejó muchísimos amigos y que tuvo hasta novios, pero a mí no me va dar tiempo porque me voy el martes?.
En una multitudinaria conferencia de prensa, contó también Lolita que para su familia éste es un país especial y reveló que no había actuado antes en Cuba porque así se lo habían impuesto las casas discográficas. ?Ahora, con la Warner, no hay dificultad, y aquí estoy. Por desgracia, hay gente que mezcla la política con la música. Yo, cuando subo a un escenario no pido el carné del partido, ni me interesa la religión, ni el color. Por eso, que los políticos se ocupen de la política, y yo me ocupo de cantar y bailarle al público, con eso tengo bastante?.
El viernes, en el cabaré Las Vegas, Lolita fue invitada a asistir a una peña en homenaje a su madre, cuya anfitriona, Olga Navarro, compartió hace medio siglo tablas con Lola Flores.
Cena en La Guarida .
De nuevo el paladar La Guarida, donde se rodó la famosa película de Tomás Gutiérrez Alea Fresa y Chocolate, ha sido refugio y fuente de sustento para la última de la familia Flores que ha viajado a Cuba.
Como hizo años antes su hermana Rosario, Lolita cenó en este restaurante privado en compañía del actor cubano Jorge Perugorría, con quien compartió protagonismo en el filme Rencor, de Miguel Albaladejo.
Fue el jueves pasado, y la velada, en la que no faltaron los mojitos y anécdotas de santería, acabó de madrugada en el club nocturno El Gato Tuerto, cuna del filin en otros tiempos de La Habana sin duda mejores para la farándula.
Como no podía ser de otro modo, el grupo que estaba tocando en ese momento cambió el repertorio al verla llegar, y al final de la noche Lolita se animó a cantar Pena, penita, pena , en homenaje a su madre.
Así ha sido durante todo el viaje. Esta noche, antes del concierto, en el Carlos Marx de la capital cubana, se proyectará un fragmento de Rencor, y Perugorría y Lolita, amigos del alma, aparecerán de nuevo en escena juntos, demostrando que la química entre cubanos y gitanos no falla.