Los héroes son una familia de xploradores de lo desconocido, aventureros en el sentido clásico.
El País
MADRID, ESPAÑA.- Tal vez sus aventuras sean menos dramáticas que las de sus compañeros los X-Men, o menos populares que las de su colega y vecino Spiderman, pero los Cuatro Fantásticos ocupan un lugar de excepción en el imaginario colectivo.
Con ellos empezaron Stan Lee y Jack Kirby, en noviembre de 1961, todo un universo de ficción en el que pronto se integrarían, además de los ya mencionados, el Increíble Hulk, Daredevil o los Vengadores.
Por el hecho de haber llegado antes que nadie, los Cuatro Fantásticos recibieron el sobrenombre de ?la Primera Familia?, una denominación un tanto bíblica que venía a expresar su condición de padres del Mundo Marvel, pero también la llamativa circunstancia de que sean un clan familiar, compuesto por un brillante científico (Reed Richards, Mister Fantástico), la que en los comienzos era su prometida y se acabaría convirtiendo en esposa y madre de sus hijos (Sue Storm, la Chica Invisible), el impulsivo hermano de ésta (Johnny Storm, la Antorcha Humana) y el mejor amigo de todos ellos (Ben Grimm, la Cosa).
Pero si los Cuatro Fantásticos inauguraban un nuevo universo de fantasía, también eran los últimos de un tiempo que tocaba a su fin, el de los grandes monstruos y los viajeros a tierras y planetas desconocidos que habían monopolizado la fantasía popular de las décadas anteriores.
Sus poderes surgían de un viaje al espacio exterior, donde recibían un bombardeo de rayos cósmicos que les transformaba en más que humanos, y en sus aventuras jamás dejarían de explorar otras dimensiones o descubrir razas alienígenas.
En el fantástico cuarteto también está toda esa ciencia-ficción desaforada, literaria y de Serie-B de los cincuenta y sesenta, un elemento difícil de trasladar a la gran pantalla pero que no conviene perder de vista a la hora de recordar la importancia que tienen estos personajes, quienes ya han pasado por los medios audiovisuales en otras ocasiones, aunque nunca con el presupuesto y la ambición que lo hacen ahora.
De hecho, en 1994, protagonizaron un filme marginal que ni siquiera llegó a estrenar en salas cinematográficas, ya que Roger Corman lo rodó, en una semana y por 100.000 dólares, con el único fin de que la productora que detentaba los derechos para llevar al cine al grupo no los perdiera.
Ahora todo es diferente: los héroes de Marvel se han convertido en una de las más lucrativas fuentes de ingresos para los grandes estudios, por lo que la adaptación cinematográfica de los Cuatro Fantásticos era poco menos que obligada. Como ya ocurriera con las dos primeras entregas de X-Men, el director elegido para tal misión no es el que a priori les hubiera venido a la cabeza a cualquier lector de cómics.
Tim Story alcanzó cierta notoriedad gracias a La barbería (2002), una comedia que gira alrededor de los lazos que entablan los clientes y trabajadores de una vieja barbería afroamericana de Chicago.
Para Avi Arad, productor ejecutivo de Los Cuatro Fantásticos, aquella primera película demostraba la capacidad de Story para humanizar personajes y hacerlos cercanos al público, una virtud obligada para quien quisiera dirigir Los Cuatro Fantásticos: ?Probablemente sea uno de los cómics que más me toca?, comenta Story, ?porque se trata de gente de carne y hueso viviendo y trabajando como una familia. No importa lo disfuncionales que parezcan, no importan las peleas que haya entre ellos, permanecen juntos cuando sus vidas sufren un dramático sobresalto y llegan desde una relativa oscuridad al estatus de celebridades de culto?.
Ha sido precisamente Story el que más ha insistido en identificar la personalidad de los protagonistas con la naturaleza de sus poderes, algo inherente en el cómic original, aunque tal vez escape a la vista en una primera lectura. La flexibilidad de Mister Fantástico coincide con su mente abierta y versátil; la Chica Invisible cohesiona el grupo y mantiene unida la familia sin que el resto lo perciba, mientras que su hermano, la Antorcha Humana, es inmaduro, impulsivo y fogoso, y Ben Grimm oculta sus sentimientos y su tragedia personal bajo su indestructible caparazón de rocas.
Fueron los poderes de éste último los más polémicos en su transposición a la realidad. Descartada la opción de crear al monstruo mediante infografía, el maquillaje es lo que sirve para dar vida al que tal vez sea el personaje más carismático de la Primera Familia.
Las prótesis que lleva Michael Chiklis permiten mostrar su mirada triste y su sentimiento amargo, y eso es algo que tal vez no habría conseguido un ordenador: ?Fue una de las decisiones más importantes que tuvimos que tomar en esta película?, explica el director, ?y es algo que decidimos muy al comienzo, así es que tuvimos todo el tiempo que necesitábamos para hacer bien la Cosa. A diferencia de Hulk, por ejemplo, debajo de todo ese aspecto rocoso, hay un ser humano con sentimientos humanos. Habla, se comunica e incluso tiene un romance, así es que pensamos que era obligado que un actor ?creara? al personaje en vez de que lo hiciera un ordenador?.
Jack Kirby no podrá ver cómo la creación de la que estaba más orgulloso salta al celuloide. El mítico dibujante falleció en 1994. Queda Stan Lee, que esta vez no sólo hace un cameo en la cinta, sino que también interpreta a un personaje procedente de los cómics: Willie Lumpkin, el veterano cartero del Edificio Baxter, hogar de la Primera Familia.
Lee, quien escribió más números de Los Cuatro Fantásticos que de ninguna otra serie, está satisfecho de que la producción, congelada durante más de una década, haya llegado por fin a buen término. Sus jefes de Marvel se frotan mientras tanto las manos: esperan que Los Cuatro Fantásticos se convierta en su siguiente franquicia millonaria, aunque todavía no han puesto fecha a una hipotética secuela.
Tendrán primero que ver los resultados en taquilla, mientras los aficionados al cómic, selectos y exigentes, contienen la respiración y se preguntan: ?¿Será fantástico??.
