Bien señalan los empresarios laguneros: para erradicar de una vez y por todas ese motivo de gran irritación social -que lo es, sin duda-, que funcionarios o legisladores se otorguen bonos o compensaciones cada tres o seis meses, a finales de cada año y al término de la gestión (para abultar aún más el rubro de sus percepciones por el desempeño en las posiciones en las que están obligados por Ley al máximo de eficiencia) se debería legislar al respecto, ya que de otra forma sólo habría espacio para las discusiones recurrentes y estériles.
Víctor Alducin, presidente del Consejo Lagunero de la Iniciativa Privada (CLIP) y Ricardo González Aguilera, presidente de la Cámara Nacional de Comercio de Torreón (Canacoto), señalan con justicia que es necesario poner fin a un tema que nunca termina por concretar, ya que a decir de los propios empresarios, “de todas formas, regidores y diputados se autorizan sus propios pagos y sus propios bonos”.
Y aún más, Claudio García Núñez presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública señala que hay alternativas para que los diputados y regidores obtengan más dinero sin sangrar al erario: que se les descuente una cantidad de su sueldo normal y se les reintegre en diciembre a manera de ahorro con todo e intereses o bien integrarse un porcentaje de aumento en sus percepciones, de manera que ya no haya más “sobresueldos o compensaciones extrañas y que causan tanto repudio y descrédito hacia su función como legisladores”.
Y es que el asunto vuelve a tomar fuerza ante el anuncio del diputado local electo, Miguel Ángel Riquelme Solís, en el sentido de que en la próxima Legislatura, los diputados recibirán sus dos bonos semestrales de por lo menos 50 mil pesos cada uno, ya que así está aprobado en el Presupuesto del Congreso para 2006.
Ante esto, sólo queda recordarles a los legisladores -y hacerlo extensivo a los funcionarios de todos los niveles, así como a los integrantes de los cabildos- que por el trabajo que realizan, se les paga sueldos más que decorosos, los que -como bien señalan los empresarios- muchas veces no desquitan. Tan simple: cumplir con sus tareas no es un mérito, sino su obligación... y entonces, cómo justificar tantos bonos y compensaciones, más allá del simplismo que ofende de que “ya está presupuestado”.