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Los claroscuros de la Iglesia Católica Romana

Patricio de la Fuente

Para Manuel Villegas Camil, por las

interminables pláticas.

Para borrar las faltas a los ojos de los hombres son precisos torrentes de sangre; pero ante Dios basta una sola lágrima.

-Francois Chateubriand-

Nada ha dividido más a este mundo que el fanatismo o la incapacidad de aceptar la ideología disidente. En nombre de Dios los seres humanos se siguen matando unos a otros; víctimas de la cerrazón, el odio y la desesperanza, los hombres parecen no haber aprendido cuán cruenta, terrible e injustificable resulta la guerra. La actual incursión estadounidense a Irak, aunado a la prepotencia de un salvaje como George W. Bush se manifiestan como ejemplo del absurdo y lo condenable.

Además del fanatismo bélico, también existe uno que predomina en la Iglesia Católica Romana. Finalmente dirigida por hombres y mujeres con humanas contradicciones, yerros y muchos poco capaces, algunos católicos pareciesen haberse quedado en los tiempos del medioevo, época donde la culpa y el temor hacia el creador maniataban la libertad, castraban la conciencia e impedían el pensar individual. A la fecha una gran corriente de la institución a la que me refiero sigue promoviendo que sus fieles no cuestionen o vayan al meollo del asunto, que nunca caigan en la cuenta de que las sagradas escrituras han sido reinterpretadas a conveniencia de una poderosísima nomenclatura temerosa, promovedora del ignorante, amante del pobre que nunca pensará por su propia cuenta.

Me asumo como católico, amo a Dios y creo en su infinita misericordia, sin embargo no estoy dispuesto a aceptar parámetros y reglas absurdas. Desprecio a las legiones ultraderechistas para las cuales todo es pecaminoso, morboso y malo. Quizá los más claros ejemplos de ello sean Los Legionarios de Cristo y el Opus Dei; organizaciones anacrónicas que si bien cuentan entre sus filas con grandes hombres, por lo general predomina la estupidez en ellas.

El mundo no resiste el hambre y la sobrepoblación, a pesar de ello dentro de dichas congregaciones hay que seguir pariendo como conejos pues según dicen, Dios afirma que “hay que tener todos los hijos que nos mande”. ¿A qué hora se les ocurrió tal aberración? ¿Con qué derecho asustan sobre un infierno más real aquí en la Tierra? ¿Cómo es posible que hablen de humildad cuando se transportan en automóviles de lujo, vivan como verdaderos “pashas” y muchos de ellos son acusados de pederastas sin que nadie los detenga? ¡No señores! Eso está muy alejado de la iglesia fundada por San Pedro.

Sobre Marcial Maciel, fundador del “Regnum Cristo” pesan terribles acusaciones. Destacadísimas personalidades han intentado demostrar sus abusos y han caído en el ostracismo o sido ignorados. Dentro del extinto programa “Círculo Rojo”, los verdaderamente respetables periodistas Javier Solórzano y Carmen Aristegui presentaron varios testimonios de respetables figuras que presumiblemente fueron abusadas sexualmente por Maciel. ¡Por supuesto que en México sigue existiendo la censura! A los pocos días el programa fue cancelado, también los periodistas fueron expulsados de su emisión de radio. El empresario regiomontano Alfonso Romo, hombre afecto a la legión, ordena a su empleado Pedro Ferriz de Con –hombre con cuestionables ligas hacia dicha organización- expulse a Solórzano y Aristegui de las filas de Grupo Imagen. Que Ferriz deje de autoerigirse como garante de la prensa libre y pensadora.

Tuve el infortunio de estudiar la primaria y la secundaria en una escuela de este tipo. Quien diariamente no comulgaba era castigado; hacia los niños ricos cuyos padres aportaban enormes recursos habían enormes canonjías; extrañamente los alumnos de bajos medios eran maltratados o expulsados. El santo padre director del colegio era afecto a los trajes del diseñador italiano Hermenegildo Zenga; hechos a la medida su precio ascendía a los veinte mil pesos por pieza. También gustaba de los buenos autos: llegaba a la escuela en un Wolkswagen sedán pero a la vuelta de la esquina cambiaba el clasemediero automóvil y se subía a un Mercedes Benz de medio millón. ¿Cuál congruencia?

Respeto al Papa Juan Pablo II pues considero es un hombre bien intencionado. No entiendo, por otra parte, cómo justifica lo injustificable: el no poder usar un preservativo. Si dice amar a sus fieles ¿Por qué prácticamente hace de los divorciados “ovejas negras” del redil? ¿Dónde pues queda el amor pleno, el perdón? ¡Demonios, si divorciarse no es ningún pecado!

No neguemos que la Iglesia tiene enormes cualidades. En ella los seres humanos han encontrado paz, protección y esperanza. Gracias a la fe se han evitado catástrofes mayores pues muchos creemos en un paraíso terrenal al final del camino. Gracias a Luis González Morfín por haberme quitado el temor al pecado, por haberme permitido asumirme humano e hijo de un Dios que se ríe de la mayoría de nuestros actos.

Mi licenciatura transcurrió en la Universidad Iberoamericana. Libre como pez en el agua, ahí no hay diferencias y sí las enseñanzas de San Agustín, hombre cuya palabra no ha sido corrompida por el implacable paso del tiempo. Los jesuitas son la élite de la Iglesia, los más preparados y pensantes. La verdad siempre los hará libres.

Correo electrónico:

pato1919@hotmail.com

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