Los médicos, los militares y los tiranos tienen una cosa en común: no les gusta llamar a las cosas por su nombre. Tal vez porque se sienten incómodos ante la necesidad de revelar situaciones desagradables, prefieren apelar al uso de eufemismos. Un eufemismo es un artilugio consistente en darle a una cosa o situación un nombre que roza tangencialmente, de refilón, el verdadero significado de lo nombrado, pero sin decirlo con todas sus letras. Hay gente, movimientos y culturas que hacen de la creación de eufemismos todo un arte.
En los médicos se trata más bien una deformación profesional. No le pueden llamar gripe a una gripe o torcedura a una torcedura. Suelen buscar el término técnico más complejo que pueden encontrar, incluso sabiendo que sus interlocutores tuvieron problemas para pasar Biología I, ya no digamos puedan entender qué rayos es una rinocenfopatía neuroplásmica ditópica. Por eso nunca hay que hablar de dolencias con un galeno. Además que, como es más fácil hallarlos sin estetoscopio que sin el block de recibos profesionales, lo más probable es que le salgan con el Segundo Juramento de Hipócrates (“Juro que toda consulta causará honorarios”) y termine usted pagando una lanota sin haber comprendido qué le aqueja.
De la misma manera, ningún militar digno de su zalea habla jamás de bajas civiles. No. Todos los pobres iraquíes que han muerto sin deberla ni temerla por un misil americano desviado, por el gatillo rápido de un soldado más asustado que el entrenador de Costa de Marfil, o por el simple atrabancamiento de un tanquista, son considerados “daño colateral”. Como las bombas (que suelen costar miles de dólares) que se “ceban” y no estallan son consideradas “pertrechos no explotados” (unexploded ordnenance). Y los que combaten a los americanos no son guerrilleros, sino “combatientes irregulares”.
Los nazis eran expertos en esas cosas, tal vez porque muy en el interior de sus negras entrañas sabían que estaban cometiendo actos monstruosos, y no querían dejar constancia por escrito de los mismos. De manera tal que el Holocausto o Shoah, la matanza sistemática e industrializada del pueblo judío en Europa (que sí, histérico señor presidente de Irán, sí ocurrió) oficialmente fue llamada la “Solución Final del Problema Judío”. Muy final, eso que ni qué. Cuál era el problema es más difícil de determinar racionalmente. Ah, y las bandas de psicópatas que actuaron en Polonia, Ucrania, el Báltico y Rusia asesinando judíos y comisarios soviéticos a punta de balazos (antes de que Auschwitz y Treblinka empezaran a funcionar), responsables de más de un millón de muertes, eran llamadas “Grupos de Acción Especial” (Einzatsgruppen). Mira tú, qué especial masacrar niños pegándoles tiros en la nuca…
Stalin, que como buen georgiano era experto en estas cosas, llamó Purga al vil asesinato y encarcelamiento de todos aquellos que eran, podían ser, eran sospechosos de ser o en un descuido se les podría ocurrir llegar a ser, sus enemigos. Como si se tratara de quitarse un torzón, el padrecito mandó ejecutar o al exilio a Siberia a millones y millones de inocentes (y no tanto), algunos de los cuales tenían como principal defecto el ser comunistas ejemplares.
Y Castro, cómo no, también sabe sacarle jugo al idioma. Cuando en 1990 los soviéticos le retiraron los suculentos subsidios que se había chupado durante lustros, y de esa manera quedó al descubierto lo falso de sus logros económicos, Fidel decretó un “Período de Emergencia Económica”: una manera muy elegante, lo que sea de cada quién, de decir “Los menguaros rusos nos dejaron sin la lana que nos daban de oquis”. Así que todo el mundo a apretarse el cinturón, las jineteras (“orientadoras turístico-sexuales”) a volver a su antigua y horizontal profesión, y el Gobierno a entregarle las mejores playas del país a los hoteleros españoles (a quienes nadie avisó, al parecer, que Cuba está bloqueada… como siguen repitiendo como pericos muchos tontos útiles que viajan en avión directo México-La Habana; ¡bonito bloqueo!). Y desde entonces las cosas no han mejorado mucho que digamos, aunque el mentado Período de Emergencia ya terminó.
(Ya sé, ya sé: llamar bolivarianos hasta a los callos de las patas no es un eufemismo: es una simple manifestación de las lesiones cerebrales de otro tirano tropical, del que no vale la pena ocuparnos una sola línea). Pero hay otras formas en que se pueden manifestar los eufemismos, y por causas mucho más bobas. Una de las peores es esa lepra intelectual, tan de nuestros tiempos, que es la correctez política.
Ser políticamente correcto implica no hacer, decir, dibujar ni pensar nada que pueda ofender a absolutamente nadie, en especial si se trata de miembros de minorías étnicas, religiosas, lingüísticas, locomotoras, lonjísticas o de preferencia sexual. En Estados Unidos esto ha llegado al absurdo. Así, ya nadie es ciego, sino invidente o “con limitaciones ópticas”. Los negros son afroamericanos (excepto los que viven en África, que han de ser afroafricanos) y los indios de Norteamérica son americanos nativos (los descendientes de polacos que nacen en Brooklyn de quinta generación no sé por qué no son eso mismo). Y en diciembre no se vale decir “Feliz Navidad” sino “Saludos de temporada” (Season’s Greetings) para no ofender a judíos, musulmanes, budistas, agnósticos y ateos, entre otros muchos a quienes la Navidad puede resultarles ofensiva. La verdad, dado el bombardeo de saturación (perdón, estratégico) de jingles y carcajadas a que nos somete los medios de comunicación, no los culpo: ellos ni siquiera reciben inútiles regalos de roperazo como compensación…
Algo de ese espíritu se ha trasplantado a este batidillo de lo moderno, premoderno y posmoderno que es México. La gente inválida no es tal, sino discapacitada o con capacidades diferentes. Hasta las muchachas que bailan recio ya no son putifarras ni suripantas, sino sexoservidoras. Y todos los homosexuales son gays (“alegres”, en inglés normal), aunque algunos se cargan cada depresión marca Titanic…
La correctez política ha llegado a niveles francamente molestos. Y de ello se ocupó hace poco un organismo llamado Global Language Monitor, encargado de, como su nombre lo indica, monitorear el uso del idioma (en este caso, el inglés) en todo el mundo. Y sacó una lista de los términos políticamente correctos más dignos de atención… y de mofa.
Por ejemplo, algunas buenas conciencias insisten en usar el término E. C. (Era Común) en lugar de D. de C. (Después de Cristo) acompañando a los años, de manera tal que no se ofendan musulmanes, hindúes y en general el 78 por ciento de la humanidad que no es cristiana. Por supuesto, si uno dice que éste es el año 2005 E. C., lo que tiene en común con quien siga el mismo calendario es que la Era arranca… con el nacimiento de Cristo. ¿Para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo?
Peor estuvieron algunos periódicos londinenses que, para no meterse en broncas con algunos lectores prefirieron referirse a los terroristas del siete de julio no con ese apelativo (que les sienta de maravilla, creo yo) sino como “criminales mal encaminados” (misguided criminals). Digo, alguien que se vuela a sí mismo dentro de un vagón del Metro atestado de gente que no tiene absolutamente nada qué ver con la ocupación de Irak, es un terrorista con todas sus letras. ¿Y en qué anda mal encaminado? A fin de cuentas cumplió su fanático, maligno cometido…
En la misma Gran Bretaña, y para aumentar la autoestima (¡!) de los alumnos, que son igual de orangutanescos que los de acá, la Asociación Profesional de Maestros propuso que en lugar de decirle a un estudiante que había reprobado, en su expediente apareciera la notación “éxito diferido”. Esto es, que tarde o temprano la va a hacer, sólo que hay que esperar un poco… tal vez quince años, como Lopejobradó con la materia de Economía en la UNAM. La moción corrió con “éxito diferido”, dado que fue mandada por un tubo por los administradores de las escuelas, que ya están hasta su muy flemático copete de tonterías de ese tipo.
Un eufemismo políticamente correcto que me pareció genial es “Fuera de la corriente mayoritaria de la sociedad” para referirse a cualquiera que no piensa lo mismo que nosotros. Aquí en México es más sencillo decir que forma parte de un compló…
Los australianos, siendo como son, también aparecen en la lista de la Global Language Monitor… pero rechazando la correctez política. Resulta que en aquellos lares todo-mundo se refiere a todo-mundo con el apelativo de “mate” (equivalente a los mexicanos “cuate” o “mano”). Es algo así como el “güey” de nuestros adolescentes, que se lo endilgan hasta a sus padres (merecidamente, en mi opinión, si los dejan). Pues bien, a alguien del staff del Parlamento Australiano se le ocurrió prohibirle al personal de Seguridad que se dirigiera a los diputados con el muy australiano “mate”. Los representantes del pueblo fueron quienes pusieron el grito en el cielo, alegando que no ser llamados “mate” era antipatriótico e inaustraliano… o como se diga. Bien por ellos.
Total, que el idioma resulta cada vez más maltratado y vaciado de contenido, sea por los eufemismos, sea por la correctez política, sea por el lenguaje usado en la televisión comercial. Y luego se extrañan de que nadie le entiende a nadie…
Consejo no pedido para conseguir un penthouse en Miami por ser “trabajador y ahorrador, porque siendo gobernador de Tabasco no se gasta en renta ni comida” (eufemismo por: “sabandija cínica que nos quiere gobernar”):vea “Pecados de guerra” (Casualties of war, 1989) de Brian de Palma, con Michael J. Fox y Sean Penn, sobre los sufrimientos de los civiles en una guerra, que no tienen nada de colaterales. Provecho.
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