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Los motivos del evento

Gilberto Serna

Al más puro estilo priista está anunciada la concentración de panistas en los alrededores del monumento a la Independencia mejor conocido como El Ángel, estatua que en el año de 1957 a consecuencia de un sismo cayó al pavimento del Paseo de la Reforma, partiéndose la cabeza; ojalá no sea un mal auspicio para la República.

La última vez que sucedió un presagio de esa magnitud fue cuando los aztecas vivieron la invasión de las fuerzas de Hernán Cortés en el siglo XV de la era cristiana. Las aguas del lago de la gran Tenochtitlan hervían sin razón aparente y una mujer indígena salía por las noches a gritar la desventura que se les venía encima a los hijos del imperio. Durante varios días ocurrió un portento en los cielos cuando un objeto luminoso, despidiendo chispas que abarcaba gran parte de la bóveda celeste, causó temor y sobrecogimiento entre los habitantes. Lo que nadie sabía es que el mundo tal cual lo conocían sus pobladores iba a desaparecer.

Debo entender que el argüende panista tiene su origen en que, a partir de esa fecha, se inició una etapa democrática, que ha ido caminando tan lentamente, como tortuga artrítica, que realmente aún es tiempo que no se consolida.

Bueno, lo importante es que ahí va pían pianito. Hay comicios en los que basta que los resultados de los votos, aun los obtenidos con artilugios poco claros, le favorezcan al candidato de tal o cual partido para que aun a regañadientes se acepte el resultado; no obstante haya pruebas que no hubo un proceso caracterizado por la limpieza.

No dudo sea un concepto de la democracia, el no permitir que se litigue el asunto en los tribunales, para darle la falsa impresión a la ciudadanía que los partidos políticos están imbuidos de un civismo tal, que caballerosamente reconocen cuando han perdido. Los intereses creados actúan como baño de agua fría. La idea es evitar hagan olas, dado que el horno no está para bollos. Al fin y al cabo uno u otro les da lo mismo a los grandes capitales, que hoy por hoy mangonean la escena política.

La novedad en estos días es que el Instituto Federal Electoral ha hecho un llamado a los protagonistas políticos para que se abstengan de desplegar conductas que puedan afectar la equidad de las competencias. Eso se hizo en un mensaje dirigido, la comunidad lo ha entendido así, al presidente Vicente Fox Quesada quien encontrándose de gira en Rusia había anunciado que participaría activamente en los próximos comicios de 2006, aduciendo como pretexto que los jefes de Estado y de Gobierno en el mundo siguen esa práctica.

Ya decíamos en anterior colaboración que no hay Ley escrita que se lo prohíba. Aunque si la tradición en nuestro país aconseja que el Presidente se mantenga ajeno a estos tejemanejes, evitando el enrarecimiento del clima político. Lo único que se me ocurre para encontrar el origen de este nuevo desatino es que a Vicente Fox le fascina todo el bullicio que rodean los actos de campaña, si es que el evento es en verdad un mitin, concurriendo partidarios que aplauden a rabiar todo lo que diga o haga el orador en turno. La mayor parte de la gente que acude sale a divertirse, con mayor razón si cree que se trata de una mojiganga.

De acudir al acto, como se ha venido publicitando, estaría exponiendo su investidura de primer magistrado de la nación a que una enardecida plebe lo encare feamente, recordando, la recomendación popular que se le hizo de “no nos falles”, pues festeja una victoria en el mismo lugar en que se reunió con el pueblo luego, lueguito que asumió el cargo de presidente. Así, mañana puede ser la prueba del fuego ya que durante los cuatro años anteriores no hubo oportunidad de medirle el agua a los camotes con un festejo similar.

El PAN estará de manteles largos festejando el arribo a la democracia de cuando obtuvo el triunfo en las urnas en el año 2000. Aunque algunos maliciosos comenten que el acto multitudinario va dirigido a proyectar a sus candidatos a gobernador, en entidades donde habrá comicios al día siguiente. No creo que el señor Fox esté pensando en dar un empujoncito a los aspirantes del Estado de México y de Nayarit, ya que, conociéndolo, el verdadero motivo de convocar a la reunión masiva, es su nostalgia por las porras, los gritos, los aplausos, el ajetreo de la gente, los vítores, las estentóreas aclamaciones, que lo conduzcan a sentirse en un mundo soñado, igual que cuando actuaba como candidato, sin más responsabilidad que la de mostrarse simpático, chispeante y dicharachero.

Eran días de vino y rosas en los que, estando soltero, sin el fastidio de un Congreso opositor, su alma flotaba embriagada de gran dicha y de suma felicidad.

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