El último gobernador priista de Guerrero, René Juárez Cisneros, hoy concuño de Arturo Montiel, el impune saqueador de su propio Edomex, se encuentra disfrutando en Francia de nueva y joven esposa y de una inmensa fortuna que la muda sociedad guerrerense le permitió amasar sin chistar, no obstante las evidencias de explotación descomunal de uno de los tres estados más pobres de la República Mexicana.
René gozó de la protección del ex presidente Zedillo al que consintió mucho y de diversas maneras en Acapulco. También tuvo la de Fox. Martita lo declaró, ante un público de bocas abiertas “un gobernador ejemplar”. Hoy a los honrados niños Bribiesca-Sahagún -ojo, diputada Micher- tienen antojo de la isla De la Roqueta, la última reserva natural del puerto. Ah qué Martita... quizá no recordó que además de enriquecerse a lo bestia, René fue uno más de los ilegítimos gobernantes del PRI. Total para una “miembra” -como dice la actual directora del Instituto Guerrerense de Cultura -del PAN que legitimó a Salinas en 1989 con Diego Fernández, Luis H. Álvarez, Carlos Castillo Peraza y su inseparable y celoso asistente, el hoy candidato Felipe Calderón, ¿qué importa la ilegitimidad?
Juárez Cisneros perdió en las urnas la elección estatal de 1998. La ganó Félix Salgado Macedonio del PRD, quien le dio un par de meses mucha lata al priista, impidiéndole la entrada al Palacio Municipal de Chilpacingo, hasta que de pronto, se rajó al estilo Cuauhtémoc Cárdenas. Tuvo la amabilidad de callarse y de retirar sus fuerzas. Algunos pensaron que le “llegaron al precio” y otros que recibió órdenes de Rosario Robles, jefa entonces del PRD y por otra parte, del ya alcalde de Acapulco, Zeferino Torreblanca erigido a la alcaldía con el apoyo del “Perro Chato”, como llama Porfirio Muñoz Ledo al cacique Rubén Figueroa quien le canalizó a electores priistas, dado que el PRI estatal, entonces dirigido precisamente por Juárez Cisneros, no le dio la candidatura a su cómplice de Aguas Blancas, Rubén Robles Catalán, recientemente asesinado, sino a Ernesto Rodríguez Escalona, su antiguo patrón, hoy secretario de Turismo estatal.
A principios de este año, Zeferino “Poncio” Torreblanca reemplazó a René en el trono de “Chilpo”. El experto en lavarse las manos de todo y para todo, no ha dicho pío respecto al saqueo de nadie, ya sea del PRI o del PRD, partido que usó para obtener la máxima chamba.
En el tropical, medieval y bellísimo estado de Guerrero, con el mejor clima del mundo, costas espectaculares, playas na-tu-ra-les, vegetación riquísima, finas artesanías, por desgracia atacadas por las industriales “chinaderas”, los políticos no son díscolos. Observan el mandamiento “tapaos los unos a los otros” sin ver colores.
Manifiestan su amor al terruño saqueando en las alturas e igual desde cualquier nivel de autoridad. El primero de diciembre, tomó posesión como presidente municipal de Acapulco Félix Salgado Macedonio. Se dijo “incalumniable, pues todo lo que le dicen es cierto, salvo ratero”.
Pero ¿será tapadera? Compungido y silbado, se fue Alberto López Rosas, hijo del “El Rey Lopitos” que a punta de “paracaidismo” logró diseñar a su antojo el anfiteatro. “Beto” empezó su trienio como monaguillo del arzobispo local, el jalisquillo Aguirre Franco, enemigo de don (ése sí) Samuel Ruiz. Por ser muy feo, los acapulqueños apapacharon a López Rosas, así que, vorazmente tranquilo, empezó con negocios: se apoderó del servicio de limpia y lo quiso ocultar tras una falsa compañía poblana.
Habría qué ver cuánto le costó al puerto estar tan sucio en los últimos tres años. Otro aspecto inadmisible fue la inmoralidad que propició en su Gobierno. Sus colaboradores tuvieron conductas indecentes e impunes como el acoso sexual y la violencia física contra los que no jalaban parejo. El caso de la doctora Lucero Jiménez, en manos hoy de Juan Alarcón, presidente la Comisión Derechos Humanos del estado, es una indeleble vergüenza del trienio.
A la anestesióloga, a cargo de programas de Formación de Promotores de Salud en las comunidades marginales, la privó de los recursos que tenía asignados la propia Dirección de Salud Municipal, dirigida por el médico colombiano Henry Durán, y cuando protestó, fue salvajemente golpeada y pateada por la amante del mismo, la ¿doctora? Miriam Cruz López., practicante del kidboxing, a la que presuntamente, Durán le instaló una clínica de “Belleza Integral” con caros aparatos y la exhibió en congresos médicos en París a costillas del poco honorable ayuntamiento.
El sistema de López Rosas para apoderarse de los presupuestos asignados a diversos programas públicos fue el mismo en varios casos, siendo el más sonado el de Aída Espino, directora de Cultura Municipal, a la que de un presupuesto aún no utilizado de un millón 800 mil pesos, de pronto le dejó 45 mil y luego la despidió con un pretexto absurdo.
Al final, reinstalada en el puesto por orden de un juez, Aída Espino no recibió salarios caídos ni nuevos ni le regresaron el menor presupuesto. La que daba la cara en la criminal acción “recuperadora” era la directora de Desarrollo Social, Rosana Mora, a punto de ser linchada en una colonia popular por haber “recuperado” becas de niñas paupérrimas.
Hoy está en la lista del PRD guerrerense como diputada plurinominal, en tanto que su jefe López Rosas aspira a una senaduría. El alcalde saliente se ufana de haber encontrado el municipio con cinco mil millones de pesos de inversión y de dejarlo con 50 mil millones. Creó una procuraduría de defensa a la inversión.
¿Y qué fue “la inversión”? Simplemente la venta en la bahía de los mejores terrenos para edificios de lujo que no crean grandes empleos (lo sé porque vivo en uno) como sería el caso de hoteles, y que han ya tapado la vista, la brisa y los torrentes, en buena parte de la costa.
Los sátrapas se embolsan comisiones enormes por las licencias y les vale. El Centro de Convenciones va a ser un horno sin aire, señor Elizondo, secretario federal de Turismo. Se construye enfrente el multifamiliar Acqualina, torre frontón de 80 metros de frente y 28 pisos de alto.
La Torre Nautilius, más abajo, tapará la ventilación a la colonia Condesa. En las alturas, el citado René Juárez, concuño de Montiel, se apropió de terrenos escriturados en Plan del Chico y Llano Largo. Les puso otros nombres. Y en Acapulco Diamante, arruinó la zona exclusiva con toda clase de walmarts, bodegas, changarros y casas “Feo”. Such is life in the tropics.
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