Arranca el año 2005 con la lentitud propia del retorno de unas largas vacaciones, pero con propósitos renovados y planes alentadores.
A diferencia del año pasado, el 2005 inicia con varias ventajas. La primera es que hubo un crecimiento económico importante en 2004 y la segunda es que no habrá elecciones presidenciales ni en Estados Unidos ni en México.
Sin embargo hay una enorme desventaja: la sombra de luto que cubre al mundo por el salvaje maremoto de Asia que ocasionó más de 150 mil muertes, alrededor de 500 mil heridos y devastadores daños materiales y morales en por lo menos ocho países.
La tragedia de los tsunamis, del japonés tsu: puerto o bahía y nami: ola, sacudió con fuerza a la humanidad y nos hizo recordar que a pesar de los avances tecnológicos la madre naturaleza es capaz de realizar cualquier cosa y en cualquier momento.
Este espantoso fenómeno natural no tiene precedente en este siglo XXI, sin embargo, durante el siglo XX se registraron otras tragedias de igual o superior magnitud.
La peor de ellas ocurrió en noviembre de 1970 cuando un huracán azotó las islas Ganges Delta de Bangladesh con un saldo de 400 mil personas fallecidas. Años después, en abril de 1991, más de 130 mil habitantes del mismo país fallecieron por las inundaciones causadas por prolongadas tormentas.
En julio 27 de 1976 un temblor de 8.0 grados arrasó a Tianjin, China, en donde oficialmente murieron 255,000 habitantes, pero datos extraoficiales estimaron en 655 mil el número de víctimas.
En 1931 un ciclón provocó extensas inundaciones del río Yangtze en China con un saldo de tres millones de muertes causadas por el ciclón y por el hambre que posteriormente afectó a la población.
Pero quizás la peor tragedia humana sin la intervención de algún fenómeno natural ha sido la hambruna que se registró en 1960 y durante un periodo de dos años en el Norte de China. Cerca de cuarenta millones de personas murieron por la falta de alimentos. En los ochenta alrededor de medio millón de africanos de la región del Sahara de Sahel perdieron la vida, víctimas de la intensa sequía que afectó durante varios años.
Ante la magnitud de las tragedias anteriores se quedan cortas algunas más cercanas como el temblor de la ciudad de México en 1985 en donde murieron unas 10 mil personas, así como el ataque a las torres gemelas de Nueva York con saldo de tres mil fallecidos.
Los efectos del maremoto de Asia se habrán de sentir pronto en este mundo globalizado, más todavía si se producen epidemias y una parálisis económica en aquellas regiones.
Pero lo cierto es que más pronto de lo esperado la tragedia pasará a un segundo y tercer plano en los medios de comunicación porque vendrán otros sucesos que atraerán nuestra atención.
Son los efectos de esta aldea global que día con día modifica los intereses y atractivos de la opinión pública.
Para México el panorama en este 2005 es inquietante. A pesar de los avances económicos, el ambiente político subirá con fuerza de temperatura. Es un año preelectoral en donde las patadas bajo la mesa y las zancadillas estarán a la orden del día.
Hay que estar preparados para cualquier sorpresa, incluso para nuevos escándalos, crímenes y todo tipo de tsunamis políticos.
En los Estados Unidos se auguran tiempos álgidos para los migrantes, en especial para nuestros paisanos y todos aquéllos de origen latino.
La Ley 200 que fue aprobada en Arizona levantará tsunamis antirracistas que se extenderán a lo largo y ancho de la Unión Americana, por lo que será casi imposible concretar un pacto migratorio.
Será un año complicado, no obstante deberá ser mejor que el anterior mientras no se desborden los ánimos ni se olvide la misión de cada quien en este mundo. Que el 2005 sea entonces un gran año para todos ustedes.
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