Una intensa y costosa campaña mediática debe tener sus recompensas: los siete puntos alcanzados en la intención de voto de los mexicanos -que según las propias cuentas del Partido Verde Ecologista de México- se pueden traducir en tres millones de sufragios potenciales, permiten hoy a los integrantes de la cúpula partidista, así como de su candidato presidencial, Bernardo de la Garza, negociar una alianza que les resulte ventajosa, que les asegure posiciones y les permita respirar tranquilos de que no perderán el registro, y por lo tanto la partida correspondiente.
Si bien, el propio De la Garza asegura que en la negociación para integrar una alianza con el Partido Acción Nacional, el Revolucionario Institucional o el de la Revolución Democrática -el que sea, ya que sobre la mesa no se encuentran principios ni plataformas, mucho menos asuntos ideológicos, sino llanamente cuestiones prácticas y beneficiosas- en los hechos y según revelaron fuentes del blanquiazul, se venden potenciales votos a cambio de senadurías y diputaciones.
Y es que los verdes tienen mucha experiencia en eso de navegar electoralmente en base a coaliciones o alianzas. En el año 2000, lo hicieron con el PAN y en 2003, luego de un incendiario discurso de ruptura con Fox en el Congreso por parte de su dirigente nacional, Jorge Emilio González, se unieron al PRI. Ahora tienen la agenda abierta para formalizar una nueva alianza con el partido que más ventajas les garantice.
De la negociación con el PAN, trascendió que los dirigentes del Verde Ecologista piden que a cambio de apoyar a Felipe Calderón, se les garanticen al menos cinco senadurías, 17 diputaciones federales, así como ocupar cargos en el Gabinete presidencial; además, el convenio de coalición debe establecer que del total de la votación que reciba la futura alianza se le reconozca al PVEM por lo menos el cinco por ciento de los sufragios a fin de asegurar su registro como partido político.
Por tratarse de los detalles del “real politics” a la mexicana, el asunto no admite ser reducido a un intercambio propio de un tianguis, pero sí deja en claro el nivel de compromiso de los dirigentes de un partido con sus propios programas y marco teórico-ideológico de acción. Quién sabe si a estas alturas los verdes puedan seguir presumiendo de tener en el bolsillo tres millones de votos.
