Jean Cusset, ateo con excepción de cuando lee a Teilhard de Chardin, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:
-El mal que hacemos a los demás, nos ata a ellos. Nos ata a su odio, a su venganza, a su rencor... Y también al rencor, a la venganza y odio de los suyos, quizás hasta la próxima generación. También el mal que hacemos nos ata a la amenaza de la ley, o a la conciencia del pecado.
-En cambio -siguió diciendo Jean Cusset- el bien nos hace libres. Aun de nuestro egoísmo nos libera, y además nos allega los humanos dones de la benevolencia y de la gratitud. Cada acción mala te ata, hasta que caes, atado por el mal. Cada acción buena, en cambio, te libera. Sólo se es plenamente libre por el bien; sólo se es plenamente esclavo por el mal.
Así dijo Jean Cusset, Y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!...