Esto no puede ser. Quizá por eso es.
La nube asoma por sobre el picacho de Las Ánimas. Parece una gran vaca negra. Avanza con lentitud hacia el Potrero. Está cargada de granizo. Es decir, está cargada de hambre y necesidad para la gente, que por la granizada perderá su cosecha de duraznos, ciruelas y manzanas.
Entonces el misterio se repite. Las mujeres sacan a un niño -un inocente- y le ponen en las manos un machete. En medio del camino, bajo la lluvia que anuncia la catástrofe, el niño traza con el machete, una y otra vez, el signo de la cruz. Con eso romperá la nube, y la amenaza se disipará.
Y otra vez se hace el milagro ante los ojos del escéptico. La nube cambia de rumbo y deja caer su pedriza en la montaña. Ahí el mal se vuelve bien: el hielo derretido irá a nutrir las aguas que en su seno -en sus senos- guarda la tierra maternal.
Esto no puede ser. Quizá por eso es.
¡Hasta mañana!...