Me entristeció la muerte de don Ignacio Burgoa Orihuela. Fue mi maestro en la cátedra de Garantías y Amparo en la Facultad de Derecho de la UNAM. Después, al paso de los años, tuve con él trato amistoso, y muchas veces compartimos la mesa, el vino y la canción.
Su vida fue de entrega a los valores de la justicia, la verdad y el bien. Recibió los ataques de quienes piensan que la Ley es cosa vana cuyos dictados se pueden desoír en nombre de causas turbias y falaces. Él se mantuvo siempre en su camino, y persistió con señorío de Quijote en la defensa de sus ideas y de sus ideales.
Fue don Ignacio Burgoa hombre de Ley porque fue hombre de leyes. Sentiremos la ausencia del maestro, y más ahora que sufre la nación los males que derivan de la ilegalidad que queda impune, y cuando nos amenazan los politicastros que ven en el orden jurídico un molesto estorbo que limita su caprichosa voluntad.
¡Hasta mañana!...