Llega el viajero a San Petersburgo y se entristece: al lado mismo de los magnificentes esplendores de la Rusia zarista contempla la miseria dejada por la tiranía que oprimió al pueblo ruso durante el siglo veinte.
El vehículo en que el viajero llega tiene el nombre de México. Lo ven los músicos de una pequeña murga y rompen a tocar "La cucaracha" y luego, ante el atónito oyente, el himno nacional mexicano. El viajero, que es un sentimental, les da un billete de 5 dólares que los intérpretes, vestidos pobremente, reciben con jubilosas muestras de agradecimiento.
En San Petersburgo el viajero contempla las maravillas de esa ciudad hermosa. Pero al mismo tiempo ve los efectos de la opresión tiránica, y en su interior agradece -también jubilosamente- el don precioso de la libertad.
¡Hasta mañana!...