En el Potrero de Ábrego los hombres y la naturaleza viven juntos. Ahora que la tierra descansa los hombres también descansan. Afuera los campos duermen sus sueños invernales; adentro dormitan los hombres su reposo junto al fogón de las cocinas.
Yo miro el oculto lazo que ata a los seres y a las cosas y atisbo el fondo del misterio: la tierra y el hombre son la misma cosa. En otros lados se separan, y de esa separación derivan muchos males. Aquí van juntos tierra y hombre, y de eso derivan muchos bienes.
No sé si sea cierta esa adivinación. Me la confirman el sereno paso de las horas y el sosiego del ánimo cuando me acerco también yo a la tierra, y cuando en la cocina me aduermen la hipnótica lumbre de la chimenea y el arrullo de antigua madre de la leña que arde en el fogón.
¡Hasta mañana!...