Los Simpson, esa rauca pandilla de cínicos iconoclastas, dicen cosas de mucha risa sumamente serias.
En uno de sus episodios Bart lamenta la pérdida del verdadero sentido de la Navidad, y dice con tristeza: "Ya nadie recuerda el acontecimiento que celebramos en esa sagrada fecha: el nacimiento de Santa".
No soy tan pesimista, quizá porque no soy tan cínico. Creo que en el fondo de todas las superficialidades que abundan en esta temporada late el espíritu de bien que llegó al mundo con el advenimiento de Jesús. Es imperfecta, claro, la imitación de la estrella de Belén en las luces multicolores de los arbolitos o en el neón de los anuncios comerciales. Pero esa mala copia es muestra de la vocación que hay en lo humano por parecerse a lo divino.
A mí que no me digan que se ha perdido el espíritu de la Navidad. Regresará cada año, igual que éste, porque hubo un Niño Dios, y porque en cada casa hay por lo menos uno de esos pequeños dioses que se llaman niños.
¡Hasta mañana!...
