Iba el alfarero con su carga de grandes ollas de barro, Muy distraído iba, de modo que sin darse cuenta atravesó la calle en el momento en que venía una carroza tirada por caballos. Cayó al suelo el alfarero, golpeado por el carruaje, y todos sus cacharros se quebraron.
Llegó un guardia y dijo al alfarero en voz muy baja:
-Tú eres pobre, y el dueño de la carroza es rico. Dí que él tuvo la culpa de lo sucedido, y yo haré que te pague los cacharros.
Respondió el alfarero:
-Hermano: ya tengo la desgracia de ser pobre. ¿Quieres que además tenga la desgracia de ser mentiroso y ladrón?
Hu-Ssong, filósofo oriental, les contó ese apólogo a sus discípulos. Y ellos entendieron que la propia estimación vale más que todos los dineros.