Macao (China), (EFE).- Los chinos, amantes del juego y de las apuestas, han encontrado en Macao un paraíso de casinos donde dilapidar su dinero, lo que está favoreciendo el desarrollo rápido de la ex colonia portuguesa.
Cientos de miles de visitantes de China llenan diariamente los 17 casinos de la ciudad y dejan en sus arcas unos cinco mil 400 millones de dólares (cinco mil millones de euros) al año.
Este puerto, que fue un tranquilo territorio de Portugal durante 446 años, ha encontrado a su gallina de los huevos de oro, porque Macao es el único lugar del país donde está permitido el juego, considerado inmoral por la cultura china más tradicional.
Según analiza para EFE Manuel Joaquim das Neves, director de la Oficina de Inspección y Coordinación del Juego, los casinos aportan hasta el 70 por ciento de sus ingresos públicos.
Tras liberalizar el sector el año pasado, después de décadas de monopolio de la Sociedade de Jogos do Macao (SJM), un emporio dirigido por "el rey del juego", el magnate y filántropo Stanley Ho, los dólares de los inversores de Las Vegas y Hong Kong han empezado a fluir en la ciudad.
Los nuevos locales han modificado la imagen de la ciudad y, donde antes dominaban multicolores casas de pescadores, ahora destacan espectaculares salas al estilo de Las Vegas como el Sands o el Greek Mithology.
En el Greek Mythology, los jugadores chinos, que entienden el juego como inversión más que como entretenimiento, parecen no prestar atención a las atractivas a bailarinas brasileñas y muchos prefieren fotografiarse con un Zeus de cartón piedra y con camareros de Europa del Este disfrazados de romanos.
En el Sands, más "glamouroso", artistas al estilo de la película "Showgirls" intentan, con poco éxito, llamar la atención de grupos de turistas chinos que tienen los cinco sentidos puestos en las cartas.
Macao cuenta con 1.092 mesas y unas 2.250 máquinas tragaperras, aunque se estima que, en tres años, esta cifra se habrá multiplicado por tres o cuatro.
El gobierno regula y autoriza hasta 28 juegos diferentes, como el Baccarat, el Black Jack, la ruleta, y por supuesto, el popular juego chino Mah-jong.
Sólo durante el primer trimestre del 2005, el erario público de Macao recibió 630 millones de dólares (498 millones de euros) en impuestos derivados del juego, que utilizan para embellecer la ciudad, ampliar su aeropuerto, mejorar su oferta cultural y promover su "diferencia" como ex colonia portuguesa.
En torno a los casinos, Macao está promoviendo la creación de centros de convenciones, complejos de restaurantes familiares y servicios financieros.
"Queremos hacer ver que el juego, entendido de una manera sana, no tiene porque ser perjudicial. En cinco o 10 años, Macao será una ciudad completamente diferente", explica Das Neves a EFE.
De manera indirecta, China es responsable del auge de esta región, que regresó al país en 1999, como centro asiático del juego.
Después de la epidemia del Síndrome Respiratorio Agudo y Grave (SRAG), Macao, por su proximidad con Hong Kong, sufrió una seria crisis turística.
Para favorecer su economía, Pekín autorizó una nueva política de visados que permitía a los chinos visitar la ex colonia de forma individual, cuando, hasta entonces, únicamente podían ir en grupo.
En breve, la apertura de Hong Kong Disneyland, a una hora de barco desde Macao, y del Cotai Strip, un enorme complejo del grupo estadounidense Venetian que contará con cientos de mesas y siete hoteles, atraerán muchos más visitantes de todo el Sudeste Asiático.
Cerca del puerto, el "Jai Alai", que hace décadas nació como frontón profesional, languidece como sala de juego y cede el testigo al lujoso complejo de ocio "Fisherman's Wharf".
"En Macao, los negocios que no funcionan los convertimos en casinos", sentencia Joaquim das Neves.