Tienen serias complicaciones los pacientes que acuden a ser tratados por el padecimiento
Existe un mal programa del manejo de los diabéticos en las instituciones de salud pública. Se estima que en el país, el 90 por ciento de las personas que sufren de este mal son atendidos por médicos generales y el resto tiene acceso a un especialista, ya sea un médico internista o bien un endocrinólogo.
De acuerdo con las estadísticas que maneja la Clínica de Diabetes, un 3.7 por ciento de la población que llega para recibir atención médica ya tiene problemas de ceguera. Otro 5.9 por ciento están amputados de una alguna extremidad inferior y solamente el 22 por ciento de los pacientes que llegan a consulta han sido evaluados por un oftalmólogo anteriormente.
En la actualidad, en la Clínica de Diabetes se registran ocho pacientes de nuevo ingreso cada día, según informa su directora Guadalupe Morales Franco. Pero los duranguenses que se acercan a esta dependencia en ocasiones llegan con serias complicaciones.
Morales Franco expresa que un 42 por ciento de los enfermos tienen antecedentes de tabaquismo, situación que complica aún más su estado de salud y los hace propensos a sufrir mayores complicaciones.
?La diabetes es una enfermedad circulatoria, es decir, afecta la circulación y si a eso se le une el problema de que el tabaco también lo afecta, entonces son dos factores de riesgo que van a hacer muy seguro que esa gente tenga ocluida su circulación y a la larga no podamos salvarle las extremidades?, alerta.
La servidora pública declara que otro factor que indica un mal control de la enfermedad es que no se practica una exploración de los pies con la técnica apropiada para detectar riesgos y evitar amputaciones. En la clínica, asegura, sólo se ha mandado una persona al Hospital General para cortar su pierna.
?Se ha demostrado que la sola detección de paciente con pie de alto riesgo puede reducir las amputaciones en un 60 u 80 por ciento?, complementa.
Tras explicar que por el tiempo que requiere cada paciente en promedio atienden 35 diarios, la galena conversa que la forma para prevenir la retinopatía diabética es con una exploración anual de los ojos.
?No es una exploración que se puede hacer por cualquier médico, tiene que ser un oftalmólogo?, declara para después comentar que por desgracia, debido a que el tratamiento es con láser e implica múltiples gastos en el medio privado, algunas personas han perdido la vista por no contar con el dinero para pagar.
Comenta que en estos momentos participa en el proyecto denominado ?Diabetes sin complicaciones?, impulsado por la Federación Mexicana de Diabetes, y capacita a los médicos generales de las diferentes dependencias para promover la cultura de prevención.
La especialista expone que en las instituciones de salud pública no hay un programa que sistematice la atención del diabético. ?No se hace prevención secundaria, que es prevenir las complicaciones, para que la gente no se quede ciega, no se ampute, no se infarte para que la calidad de vida sea adecuada?, puntualiza.
Prueba de la negligencia
En su silla de ruedas, doña Felícitas cuenta la amarga experiencia que ha vivido durante varios meses en la lucha de salvar su pie derecho. Es diabética y hace varios años, al quedar viuda, decidió irse a vivir a Mazatlán, Sinaloa.
Por accidente se cortó el talón con un vidrio, de allí en adelante inició el calvario. Acudió al Hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ubicado en ese puerto y estuvo internada durante un mes por la fuerte infección en su pie. Los médicos le dijeron que no había más solución que amputar.
Ella se opuso y decidió venir a Durango con la esperanza de que alguien la pudiera ayudar. Una vez más fue al IMSS y tras estar varios días internada la respuesta fue la misma: debían cortar.
?Me decían que estaba propensa a una trombosis, ya no podía mover mi pie, estaba todo hinchado, pero además me decían que no era diabética?, platica.
Por recomendaciones de algunos conocidos llegó a la Clínica de Diabetes y ahora dice con alegría que se siente mejor. No perdió su extremidad, la herida ha cicatrizado favorablemente y aunque la total curación tardará cerca de cinco meses se siente satisfecha porque una vez que sane podrá volver a caminar.
Ahora está consciente del riesgo que corre si no aplica las medidas de prevención que implican su enfermedad.