CHIHUAHUA, México, (Reuters).-Mirando a través de la vitrina las estilizadas manos del maniquí, sus ojos chispeantes y la sonrisa misteriosa, la pequeña multitud reunida afuera de una tienda en el norte de México trata de resolver un enigma macabro que ha intrigado a muchos.
"¿Es la esbelta figura de la novia en la vitrina un maniquí con detalles exquisitos o, como dice la leyenda local, el cuerpo embalsamado hace décadas de la hija de la anterior dueña de la tienda?" La figura conocida como "La Pascualita" apareció hace 75 años en la vitrina de una tienda de vestidos de novia en la ciudad de Chihuahua.
A partir de entonces, el impresionante realismo del maniquí ha inspirado historias sobrenaturales, de milagros e incluso una balada que suena por las emisoras de radio locales.
Desde hace ocho décadas, la figura atrae a multitudes del desértico estado de Chihuahua y ahora empieza a llamar la atención de turistas sudamericanos, estadounidenses y europeos, dicen los dueños de la tienda La Popular.
Mientras autos y camiones pasan frente a la tienda en una calle bastante transitada, los visitantes cautivados pegan sus narices a la vidriera y tratan de definir si lo que ven es un cuerpo o no.
"Se ve bien por todos los años que lleva aquí. Hay tantos detalles, como su pelo y las uñas, que tiene que ser real", dijo Yolanda Robles, quien llegó a la tienda por curiosidad desde Phoenix, Arizona.
A través de los años, la historia se ha transformado en una leyenda de realismo mágico. Todo comenzó el 25 de marzo de 1930, cuando el maniquí fue puesto en la vidriera principal de la tienda.
Con su vestido de novia primaveral, inmediatamente captó la atención de los transeúntes por su figura inquietante: ojos de cristal bien abiertos, pelo real y piel sonrosada. Pascualita es única entre los maniquíes de otras tiendas en la ciudad.
Pero absortos paseantes pronto empezaron a notar un impactante parecido a la entonces dueña de la tienda, Pascuala Esparza. El rumor de que la figura no era un maniquí sino su hija -quien se dice murió por una picadura de araña en su boda- se esparció rápidamente.
"Ella empezó a recibir llamadas telefónicas de ciudadanos enojados que la acusaban de embalsamar a su hija", dijo el actual dueño de la tienda, Mario González.
"Ella decidió negarlo formalmente a través de un notario público en la ciudad, pero para entonces fue muy tarde. Nadie le creía y el nombre de 'Pascualita' se quedó", agregó.
El nombre de la hija, si Esparza alguna vez tuvo una, se perdió en el tiempo.
Con el paso de los años la historia se ha adornado con cuentos de sucesos sobrenaturales, incluyendo visitas de un mago francés que se dice vuelve a la novia a la vida en la noche y se la lleva de paseo por el pueblo.
Otros sostienen que su mirada los sigue cerca de la tienda, o que ella cambia de posición en las noches sorprendiendo a los transeúntes.
Aterrados por las historias, muchos empleados de la tienda dicen que les atemoriza ser los últimos en salir del negocio en las tardes, y varios se rehusan a cambiar los atavíos del maniquí.
De hecho, sus ropas son cambiadas dos veces por semana, aunque siempre viste los estilos de novia clásicos que González y su equipo consideran más apropiados. El cambio se hace detrás de cortinas para preservar el pudor de la novia.
"Aún aquí frente a ella tengo las manos sudadas. Las manos son muy reales y hasta tiene varicelas en las piernas. Creo que es una persona real", dijo la empleada de la tienda Sonia Burciaga.
Mientras Pascualita es más objeto de curiosidad que de devoción en el católico México, unas pocas personas han dejado velas fuera de la tienda e incluso se le atribuye un milagro.
"Una mujer estaba teniendo una violenta discusión con su pareja cerca de la tienda. Cuando ella se dio vuelta para alejarse, él sacó una pistola y le disparó", dijo González.
"Mientras caía ella vio la figura en la vidriera y dijo 'Sálvame Pascualita, sálvame' y "¿sabes qué? Ella sobrevivió", añadió.
Otros tributos al maniquí incluyen un altar de calaveras de azúcar, flores y velas dejadas por escolares cada año el 2 de noviembre -el día de la muerte en México- y una balada del grupo Tex-Mex "Los Archies".
