EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Maquilas y comercio exterior

Julio Faesler

Aunque las cifras de nuestro comercio exterior son impresionantes, pueden ser engañosas. Nuestras exportaciones en 2004 fueron de 188 mil millones de dólares, impresionantemente altas, que nos colocan en el octavo lugar en importancia mundial, y aportan el 26 por ciento de nuestro PIB, pero sólo una parte es realmente nuestra. Desde hace tiempo las maquiladoras aportan la mitad de nuestras exportaciones convirtiéndolas en un componente crítico de nuestro comercio exterior.

Según cifras elaboradas por la Comisión Mexicana de Asuntos Fronterizos el 48 por ciento de nuestras ventas y el 31 por ciento de las importaciones se deben a la operación de las empresas maquiladoras que emplean 1.2 millones de trabajadores representando el 20 por ciento del empleo industrial del país. Ellas contribuyen más de la mitad de nuestras exportaciones a Estados Unidos que, como es sabido, absorbe prácticamente el 90 por ciento de nuestras ventas al exterior. Ochenta por ciento de su producción se dirige a Estados Unidos.

De ninguna manera debe desestimarse esta industria que hasta ahora ha sido líder en la creación de empleos y por ende, al crecimiento del PIB. De 1993 a 2001 aumentaron en 197 por ciento su actividad y en ese mismo periodo el empleo mexicano aumentó en 900 mil plazas.

Los antecedentes del fenómeno se remontan a 1965 cuando se inició el Programa de Industrialización de la Frontera. El concepto fundador consistió en que las actividades de ensamble y maquila ofrecerían empleos en recintos aduanales, aunque fuesen de mero ensamble o procesos simples con insumos extranjeros que México no podía dar y servirían para integrar a la población rural y sectores urbanos marginados a los procesos industriales formando los cuadros capacitados que iría requiriendo el pujante desarrollo industrial que entonces se esperaba. El factor determinante del éxito era la baratura de la mano de obra mexicana y la vecindad con el mercado más grande del mundo.

Los industriales mexicanos dejaron pasar el tiempo y no elevaron el contenido mexicano en las maquiladoras, mientras sus colegas estadounidenses vieron el proceso como un instrumento para fortalecer su posición competitiva usando mano de obra mexicana barata en las maquiladoras instaladas en nuestro país abriendo a la vez el nuevo negocio de abastecerlas de materia prima y componentes. Alrededor de 26 mil empresas, muchas de ellas en el centro de Estados Unidos, venden materias primas y componentes a las maquiladoras mexicanas. A lo largo de la frontera mexicana el 79 por ciento de los dueños de maquiladoras son norteamericanos.

Más tarde, otras empresas, como las japonesas y coreanas vieron la oportunidad de vender desde México al mercado de Estados Unidos. Tijuana se convertiría en la primera productora de televisiones del mundo.

A cuarenta años de haberse lanzado esta estrategia nuevas circunstancias vienen ahora a mostrar la otra cara de la moneda. Los factores que sustentaron el esquema maquilador están perdiendo significado.

La reciente reducción en la actividad maquiladora debido a la baja en el ritmo de la economía norteamericana, el perfeccionamiento de sistemas logísticos que resta importancia a la cercanía geográfica y, más que nada el que la mano de obra mexicana ya no es comparativamente tan barata en términos internacionales, deja al descubierto la intrínseca vulnerabilidad de nuestro comercio exterior que no acaba de cimentarse en una industria nacional fuerte y competitiva tal y como se previó.

La disminución del número de maquiladoras y el consecuente cierre de empleos se debe principalmente, quizá en un 80 por ciento, a la baja en la demanda en Estados Unidos para sus productos pero también a nuevos equilibrios internacionales provocados por otros países cuyos costos laborales son más bajos que los nuestros.

Buena parte de nuestro comercio exterior depende pues de fabricantes que desde fuera surten los componentes que aquí ensamblamos e incluso incorporamos a artículos agrícolas y manufacturas que la demás actividad nacional requiere. Sin embargo, la industria maquiladora fronteriza está más expuesta que otras a la feroz competencia en los mercados para sus productos y a la inadmisible exigencia de mantener bajas las remuneraciones de sus trabajadores en la medida en que aparece mano de obra mucho más barata de otros países.

El dinamo de la creación de empleos que venía representando el sector maquilador a lo largo de las últimas décadas se extingue. Los salarios mexicanos son 67 por ciento más altos que en República Dominicana y 92 por ciento más que en Honduras. Los costos laborales son menores en China. México ha perdido su posición como segundo abastecedor al mercado de EU siendo suplantado por ese país cuyas ventas fueron más activas en materia de juguetes, ropa, equipos electrónicos y utensilios domésticos.

Encima de esto, hay que sumar que las negociaciones bilaterales y regionales han debilitado las ventajas para los dueños de las maquiladoras. Un ejemplo, es la erosión del trato preferencial que sus productos gozaban en Estados Unidos que ya otorga facilidades fiscales al Caribe y a otros países en desarrollo.

No se trata de desalentar la actividad maquiladora que debe seguir cumpliendo una útil función complementaria dentro de nuestra estrategia económica nacional. Urge abrir una nueva página de nuestro proceso económico dando un impulso firme a la industria y la agricultura para que sean capaces de ocupar la mano de obra que aumenta a razón de 1.3 millones al año. La actividad de acabados y ensamble ya no es sostén confiable y firme para el desarrollo de la planta productora nacional.

En la administración de Vicente Fox nuestro país está avanzando en competitividad internacional medida en términos de condiciones macroeconómicas y facilidades de gestión empresarial que alientan la creación de nuevas unidades industriales y agrícolas.

La apertura indiscriminada en aras de la globalización y de aplicación del TLC afectan el nivel de vida de miles de productores micro, pequeños y medianos del campo y de las ciudades. La defensa de nuestros intereses en el marco de la OMC es un ejercicio que encuentra grandes dificultades que intenta vencer el Grupo de los 20 países en desarrollo formado en la reunión de Cancún.

Esperemos que nuestra participación en las complicadas negociaciones multilaterales que se están llevando a cabo tengan por objeto promover la producción y la comercialización de productos con alto contenido nacional y no los que son simples ensamblajes de insumos extranjeros donde el valor agregado local se limita al costo de la energía, servicios municipales y mano de obra barata.

juliofelipefaesler

@yahoo.com

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 143010

elsiglo.mx