MARATÓN LALA | TRANSFORMAN CARRERA ATLÉTICA EN UNA FIESTA FAMILIAR
EL SIGLO DE TORREÓN
Son los deportistas participantes un ejemplo de esfuerzo y perseverancia, consideran ciudadanos
COMARCA LAGUNERA.- Comenzó como un maratón, donde los participantes debían recorrer 42 kilómetros a través de las tres ciudades hermanas. Hoy es una fiesta familiar, llena de color y energía. Más allá de completar una carrera, los competidores son, para muchos ciudadanos, ejemplo de esfuerzo y perseverancia.
Los cinco mil participantes ajustaron sus relojes y emprendieron la marcha partiendo de la Ciudad Jardín. Algunos comenzaron acompañados de sus familiares, otros charlando entre sí. La mayoría había participado en maratones anteriores, los más jóvenes, apenas se iniciaron en el deporte, pero confiaban en realizar un buen papel.
?Lo importante es participar?, dice Marina Reyes, madre de uno de los jóvenes maratonistas, ?qué tiene que lleguen en el lugar que lleguen, pero mientras alcancen la meta, es lo que todos quieren, no le hace el tiempo?.
Para Aurora Espino, quien es psicóloga, el maratón es una demostración de constancia y perseverancia. Considera que se puede aprender mucho de los corredores, que dan su mayor esfuerzo sin importar el dolor.
?Es muy bueno que haya eventos deportivos en este momento, cuando tanto los necesita nuestra ciudad, hemos pasado por tantas situaciones violentas que nos hacía falta algo positivo donde se retomaran los valores fundamentales como la amistad?, manifiesta la señora, ?y sobre todo, sin el alcohol presente, limpio de vicios, esto sí es familiar?.
En colonias como Torreón Jardín y Campestre La Rosita, los vecinos estaban dispersos a lo largo del trayecto, con tambores y matracas para apoyar a los atletas, cuyos rostros reflejaban gran esfuerzo.
Familias enteras salían desde temprano de sus casas para observar y motivar a los competidores. Los médicos atendían a quienes padecían calambres, los corredores se reincorporaban luego de un breve masaje, algunos debían dejar la carrera y se resignaban entre lágrimas.
Felipe Estrada, quien es padre de un niño de siete años, platicaba con su pequeño sobre Juanito Lara, corredor que no sólo ha superado su Parálisis Cerebral Infantil (PCI), sino que además demuestra que no hay límites para quien no se impone barreras, ?es un ejemplo de superación, no sólo para las personas con capacidades diferentes sino para la comunidad en general?.
?Estas situaciones son muy familiares, se aprovechan mucho para decirles a los niños que vean a estas personas, que entiendan el esfuerzo que es correr todo el maratón?, explica el señor, quien es empleado en una ferretería, ?ellos tienen que ver que hay cosas buenas en mucha gente?.
Su visión coincide con la de diversos padres de familia, que señalan que, detrás de cada participante, hay toda una preparación y objetivos personales, pero sobre todo, enfatizan la carencia de vicios en los atletas.
Hombres, mujeres, jóvenes, adultos mayores, delgados, gruesos, lampiños, con bigote, ricos, humildes, fornidos, tatuados, todos unidos por la voluntad de concluir la carrera y llegar a la meta, pero cada uno con un reto personal distinto.
Personajes como ?El Diablo? o ?La Parca?, son ya reconocidos entre los observadores, que les esperan y aplauden con más ímpetu. El primero, un hombre de lentes que viste short y playera roja, nariz y cuernos de tela, un cetro en cada mano y diez enormes cascabeles en los pies. ?La Parca? camina más despacio, lleva un traje completo de pantalón y camisa de manga larga negra, con los ?huesos? pintados en blanco, carga además una bandera del Maratón Lala.
Los colonos proveían de agua, bebidas energizantes, toallitas húmedas y esponjas mojadas a los participantes, algunos ofrecían chocolates o dulces, cualquier cosa que ayudara a los atletas a recuperarse un poco del largo recorrido y continuar con mayor energía su camino.
Alrededor del bosque Venustiano Carranza, los ciudadanos se solidarizaban con los maratonistas a través de aplausos y frases como ?ya estuvo?, ?ya llegó?. Las familias procuraban trasladarse a los sitios por donde pasaban sus corredores y les apoyaban, para después cambiar de lugar y nuevamente motivarles a seguir.
La familia del ?abuelo Beto? lo esperaba sobre la avenida Juárez, casi esquina con Cuauhtémoc. Su mujer y nietos cargaban mantas y le gritaban que ?ya mero?. Conmovido, el anciano no pudo dejar de acercarse con su señora y dejarle un tierno beso, para luego continuar su recorrido con más energía.
El último tramo era ya una celebración. Más de mil personas esperaban en las gradas de la meta, armadas con globos ?aplaudidores?, para apoyar a los corredores en su llegada. Sobre la línea, se distinguía la Bandera de México junto a una manta de Lala.
Los gritos de apoyo de los laguneros parecían transmitir energía a los maratonistas, que alcanzaban su ?segundo aire? y recobraban fuerzas para arribar a la meta.
Con cumbias, edecanes y botargas bailarinas celebraban la llegada de los participantes en la meta, las mujeres recibían una rosa roja por la cercanía del Día Internacional de la Mujer. Los cuerpos lucían empapados en sudor, los rostros serios y concentrados que, al cruzar la línea, dejaban ir una sonrisa de satisfacción.
Algunos participantes cojeaban o saltaban en una sola pierna con un notorio dolor reflejado en el rostro, pero en ningún momento cesaban en su intento por llegar a la meta, mientras que los observadores insistían en que ?éste es el verdadero significado del evento, lograr su propósito, llegar a la meta?.
Pero el significado del maratón no parecía estar en la meta misma, cada corredor tenía su propio objetivo personal. Las miradas se posicionaron en un atleta de Mapimí que corrió descalzo y arribó antes de las tres horas y media, seguido por un participante disfrazado del Hombre Araña, que aún con el intenso calor, no reveló su identidad secreta y mantuvo la máscara hasta la revisión médica.
Un mimo bailaba y arrojaba regalos entre las personas que apoyaban en la línea de meta, las edecanes y botargas terminaron por bloquear uno de los carriles de llegada y dos participantes chocaron por rodearlos.
Diversos atletas portaban orgullosos playeras con el logotipo de las empresas donde laboran, otros llevaban el nombre de su ciudad natal, como el corredor de Acámbaro, Guanajuato, que carecía de un brazo.
Cuando estaba por llegar a la meta, un joven padre de familia tomó en brazos a su pequeño hijo para compartir su momento de gloria con él y juntos cruzaron la línea. Minutos antes arribó otro papá de la mano de su muchacho ?mini Batman?.
Muchos maratonistas buscaban la oportunidad de compartir la victoria con sus familias y amigos. Un hombre se hincó justo en la meta, se persignó y luego continuó el recorrido a la revisión médica. Diversas parejas arribaron juntas a la línea, incluyendo un matrimonio donde el esposo se adelantó un poco en la meta para sacar la cámara de video y filmar el instante en que su amada llegaba, así como la expresión de esfuerzo en su rostro.
Otra mujer alcanzó la meta cojeando y con la ayuda de un paramédico. Una vez que cruzó la línea, abrazó al hombre que le ayudaba y se desplomó en un gesto de dolor, por lo que fue necesario recogerla en camilla.
En la recta final no faltaban los ?colados? que sólo entraban a correr los últimos metros, señoras con todo y bolsa, niños sin número, que buscaban sentir también la gloria de llegar a la meta.
Proveniente de Chihuahua, un invidente alcanzó la línea, acompañado de un compañero que le ayudó a guiarse durante el trayecto. En la meta todo era fiesta, los competidores se estrechaban la mano felicitándose, se abrazaban y aplaudían a los que llegaban detrás.
La religión estuvo presente con la imagen de la Virgen de Guadalupe en diversas playeras y mantas, que los maratonistas mostraban una vez que completaban el recorrido, también las hubo con el rostro del Papa.
Los enmascarados y encapuchados ?Santo? y ?Blue Demon? se llevaron los aplausos de los observadores, más aún cuando el primero se quitó los tenis y concluyó el recorrido descalzo.
Los campeones del Maratón Lala 2005 fueron George Okworo, de Kenia, y Dulce María Rodríguez, de la Ciudad de México, en categoría varonil y femenil, respectivamente. Para Esteban Rodríguez, quien es empleado y padre de dos niños, las principales ganadoras fueron las familias.
?¿Qué mejor forma de pasar el Día de la Familia que en unión con los que más quieres??, dice mientras abraza a sus pequeños.
?Es un esfuerzo impresionante que ha venido a significar más que una carrera para los laguneros?, agrega Mariela Vargas, quien es ama de casa, ?no es sólo lo que pasa en el camino, es lo que sucede detrás de cada uno de ellos, es una enseñanza de vida?.
Congestionamientos
Aunque había agentes de Tránsito y Vialidad en los cruceros más conflictivos, el tráfico vehicular se vio severamente afectado por las rutas del maratón, lo que derivó en ?cuellos de botella? en el bulevar Miguel Alemán, de Gómez Palacio, y en vías alternas al bulevar Revolución, como la Presidente Carranza.
El personal asignado para desfogar la vialidad en Torreón no se dio abasto con los múltiples conges-tionamientos. Los conductores se vieron afectados con los diversos rodeos para cruzar la ciudad, y afirmaban que no hubo información suficiente sobre las rutas a seguir por los corredores.
?Es un día al año, sí hay mucho problema, se cierran muchas calles y se desvía el tráfico, pero el maratón ya es uno de los eventos más importantes que tenemos aquí en la Comarca Lagunera?, dice Oralia Méndez, quien es estudiante, ?todos nos quedamos atrapados en el tráfico, está feo, pero con más información sobre las rutas no habría tanto problema?.