Muchos cabecitas blancas viven en el abandono de sus familias
Un número considerable de ancianos que en su momento fueron parte importante del sector productivo hoy se encuentran en la penuria. Algunos tienen el apoyo de sus hijos, otros deben conformarse con lo poco que les queda, incluso hay quienes se ven en la penosa necesidad de mendigar, mostrando el rostro de la ingratitud de quienes abandonan a sus viejos.
Pedro Soto Hernández, de 78 años de edad, vive en el poblado San Agustín de Ocampo, municipio de San Juan del Río, no tiene hijos, sólo esposa, sobreviven con la raquítica pensión de poco más de mil 300 pesos mensuales que les alcanza para mal comer.
Dijo que en días pasados quiso cobrar unos vales del Programa Oportunidades pero le dijeron que ese dinero no era suyo y no se lo pagarían porque pertenecía a otra persona, ante esta negativa se retiró, pues dice ?a mi edad y por la sordera ya no me toman en cuenta y sólo les causo molestias?.
Al igual que don Pedro, muchos ancianos sufren la indiferencia de la gente, hasta los privan de los pocos beneficios que ofrece el Gobierno, ya que por su edad ya no tienen la capacidad para defender sus derechos y algunos de ellos no tienen quién pueda abogar por su causa.
Jesús Pineda Quiroz, del municipio de Poanas, a sus 84 años de edad posee cuatro hectáreas de temporal, este ciclo sembró maíz y avena, sin embargo, como muchos campesinos está a punto de perder sus cultivos debido a la falta de lluvias del último mes.
Al ser cuestionado sobre lo que piensa hacer en caso de perder su producción, respondió: ?no me queda otro remedio más que ponerme a pedir dinero en la calle, ya que mi único sustento es el cultivo de la tierra, a mi edad no tengo muchas oportunidades para trabajar?.
Jesús Pineda explicó lo difícil que resulta la vida para él y su esposa con tantas carencias, tienen dos cuartos con lo más indispensable, en ocasiones sus hijos los ayudan con lo poco que pueden, pero ellos no se encuentran en mejores condiciones.
Por su parte Manuel Martínez Guerra, de Vicente Guerrero, platicó que tiene 15 años padeciendo de diabetes, enfermedad que le impide realizar muchas actividades, por lo que depende en gran parte de lo poco que sus hijos le puedan dar.
Desalentado por la difícil situación económica que prevalece en este momento, dijo que no está a la espera de apoyos por parte del Gobierno, ?si me llegan a ayudar está bien, de lo contrario seguiré igual, al cabo ya me estoy acostumbrando?.
Coincidieron los entrevistados en lo difícil que es haber sido parte del sector productivo y ahora no tener las mismas facultades para trabajar el arado y salir adelante. Además de ser víctimas de abusos y rechazos por parte de servidores públicos, sobre todo de la incomprensión de mucha gente.
Pueden definir que la vejez es sinónimo de estorbo, de inutilidad, pues llega el momento que sufren del abandono de sus familias y los programas del Gobierno no llegan a quienes verdaderamente lo necesitan o no alcanzan, dicen.
Tienen fe de cobrar ahorros de ex braceros
Un número importante de adultos mayores de diferentes municipios del estado se dieron cita en la Plaza IV Centenario para exigir el pago del ahorro de retiro que la Administración federal pasada hizo perdediza a los ex braceros de Estados Unidos.
María Elena Bernadac Ruiz acudió a la protesta en representación de su padre Federico Bernadac Torres, debido a que a sus 83 años ya no puede estar de pie por mucho tiempo.
María Elena externó su molestia por las trabas que se han puesto para entregar a los ex braceros lo que es suyo, dicen que aparte de robarles el dinero los hacen gastar en transportes y viáticos para decirles siempre que pronto les van a pagar una parte de lo que les corresponde.
Enfatizó que ella viene en representación de su padre, pero hay quienes tienen que venir a pesar de su edad porque no tienen a nadie que les pueda ayudar. Señaló a un anciano que tenía una hemorragia nasal provocada por el fuerte sol del mediodía.
Otra persona del cansancio cayó de boca al piso, la gente le ayudó a ponerse de pie para seguir con la esperanza de que le paguen sus ahorros que acumularon en sus tiempos de jornaleros agrícolas en Estados Unidos.