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María Sabina, la santa señora de los hongas

AGENCIAS

MÉXICO, DF.- Sobre María Sabina, la mujer convertida en mito, se han escrito tal cantidad de anécdotas que pareciera que existieran muchas doñas huautlecas portadoras de su rostro y carisma que han dejado huella en los recuerdos de intelectuales, cronistas, viajeros y gurús que mantienen vivo al hipismo como un territorio nostálgico, al cual echar mano cuando las fauces del neoliberalismo desgarran con sus voraces mordidas.

En su número 61, la revista Generación dedica su edición a ?la santa señora de los hongos?, cuya imagen dejada a través de los años en la cultura mexicana, es analizada por Fernando Benítez, Eduardo Camacho, Leónides Sandoval y Alejandrina Pedro Castañeda, entre otros autores que han conocido a la sacerdotisa de las sustancias místicas, en cuyo registro legal puede leerse María Sabina Magdalena García.

Sobre su historia, Fernando Benítez apunta que tanto el bisabuelo como el abuelo de María Sabina fueron curanderos. No conoció a ninguno y el padre desapareció joven, cuando ella tenía sólo cuatro años, de manera que no pudo aprovechar los conocimientos y las experiencias de sus antepasados.

La familia quedó muy pobre y la niña María Sabina debía pastorear junto con su hermana María Ana un rebaño de cabras. En aquellas largas caminatas el hambre las hacía buscar los muchos hongos que crecen en las faldas de los cerros y ellas se los comían crudos sin desdeñar los alucinógenos. En aquellos primeros viajes, ambas niñas se hincaban y llorando le pedían al sol que las ayudara.

Eduardo Camacho recuerda cuando una noche a principios de los años 80, entrevistó a María Sabina a bordo de un viejo ?vochito? blanco modelo 1973, con el apoyo en la traducción del mazateco de su paisano Juan García.

En aquella ocasión, rememora el periodista, Homero Aridjis y otros integrantes de la asociación civil Poetas de México, invitaron a la sacerdotisa a practicarse análisis clínicos, además de darle diez mil pesos de los que buena parte gastó para aliviar sus más urgentes necesidades económicas.

Camacho escribe que dos huipiles, un peine y un rebozo eran esa noche el equipaje de la anciana, quien ya para entonces contaba con 91 años y mantenía según los diagnósticos médicos un excelente estado de salud.

Al preguntarle durante aquel trayecto nocturno a qué atribuía la falta de ayuda gubernamental al indígena, María Sabina respondió: ?yo misma me doy lástima de que nunca aprendí español, de que nunca me preocupé por ello, pero es que nadie me alentó. Me siento muy triste de no poder hablar su idioma, de no poder gritar que necesito ayuda. Pero yo respeto al Gobierno, y tampoco puedo exigirle algo que no está dispuesto a dar?.

En la entrevista, la mujer se confesó cansada de las promesas de los políticos: ?Margarita López Portillo me dijo que yo iba a vivir como ella, que no me faltaría nada, que tendría luz, agua, todo, pero que primero filmara la película (María Sabina, la Sacerdotisa de los Hongos) y ya después ella se encargaba de lo demás. Pero una vez terminada la cinta no me envió nada, y a tanta insistencia de mi sobrino Juan, la señora Margarita firmó un cheque por 29 mil pesos, de los que sólo nos pagaron 23 mil, fue todo el pago que me dio?.

Dos años después, escribe Eduardo Camacho, en noviembre de 1985 fallecía aquel frágil y pequeño cuerpo indígena, inspirador del más puro y dulce pacifismo, que sin embargo sufrió explotación, humillación, discriminación y engaño. ?En la memoria de quien conducía el VW blanco, quedó imborrable aquella noche en que los ojos diminutos de una de las últimas poetas de la traducción oral y de las grandes voces del México indígena, brillaban en la oscuridad del automóvil, escudriñando a través de los vidrios cada rincón de la ciudad?.

Por su parte, Alejandrina Pedro Castañeda menciona los incidentes suscitados por jóvenes hippies, quienes con el tiempo hicieron de la comunidad de María Sabina un centro de desenfreno, obligando a las autoridades de la ciudad de Oaxaca a intervenir con agentes y ejército para expulsarlos, prohibiendo en lo sucesivo el tráfico y uso de hongos.

María Sabina, afirma Castañeda, se mostró aterrada y decía que nunca había visto que los honguitos fueran comidos con tanta falta de respeto. ?Ella recordaba que sus antepasados realizaban las veladas siempre acompañados de un sabio; sin embargo esta práctica sagrada realizada por siglos fue de repente sacada a la luz y se contaminó?.

El número 61 de la revista Generación será presentado hoy siete de agosto, a las 15:00 horas, en el marco del Octavo Festival Cultural y Artístico en Honor a María Sabina, que se realiza desde las 10:00 horas de ayer sábado seis de agosto, en el Museo Nacional de Culturas Populares.

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