Es importante levantar la voz para intentar cambiar la forma de hablar de muchos de nuestros jóvenes. Cuando se reúnen los fines de semana ?generalmente por la noche-, utilizan un lenguaje que no es el que aprendieron de sus maestros. Dicen en voz alta una serie de palabras que podemos clasificar de vulgares y no se dan cuenta que al hablar de esa manera, se están perjudicando a sí mismos. Yo recuerdo que en nuestra juventud tratábamos de aprender palabras nuevas para enriquecer y adornar nuestra forma de hablar, ampliando de esa manera nuestro léxico. Frecuentemente abríamos el diccionario para comprender el significado de algún término que anteriormente no habíamos escuchado o leído, y el hacerlo nos producía una gran satisfacción. Pero ahora, a muchos de nuestros jóvenes no les interesa buscar nuevas palabras que sean bellas, elegantes y correctas, y en su vocabulario abundan expresiones soeces que denigran su calidad de seres humanos y de hijos de Dios. El mismo problema lo tienen al comunicarse por medio de la computadora (?chatear?). Deforman las palabras utilizando abreviaturas y signos que nada tienen que ver con nuestro hermoso idioma español, y como consecuencia, se van quedando muy pobres en su manera de expresarse.
Si pudiéramos grabar sus conversaciones cuando acuden a una fiesta, ellos mismos se avergonzarían al escucharlas posteriormente delante de los mayores. Y algo verdaderamente triste es enterarnos que algunas jóvenes son igualmente banales en el hablar... o tal vez más. Lo que no se puede comprender es que muchos de esos jóvenes estudian actualmente en institutos y universidades que difunden valores y son de inspiración cristiana. ¡Cómo es posible que al salir de un ambiente espiritual que los envuelve y los transforma, permitan que su lengua los denigre!
Algo muy grave está sucediendo, y ese mal proviene inicialmente de la casa en donde viven estos jóvenes. En realidad son muchos los padres de familia que utilizan esa clase de lenguaje para pelearse e insultarse mutuamente, y son los hijos quienes aprenden inmediatamente la lección. Con una sola vez que los escuchen, llevarán en su mente esa reserva nociva de palabras que habrán de utilizar en el momento menos pensado. Y al hacerlo, no se sentirán mal, lo tomarán como una cosa normal, porque ya la escucharon de sus padres. La verdad es que la palabra es un gran don de Dios que nos ha de servir para hacer siempre el bien con ella, nunca el mal. La palabra, regalo de Dios al hombre, nos ha de servir para consolar al que sufre, para enseñar al que no sabe, para corregir al que yerra, para fortalecer al débil, para levantar al que ha caído, para reforzar la fe del que la ha perdido, para enriquecer al que no se ha dado cuenta de los dones recibidos, para orientar al que ha equivocado el rumbo, para animar al que ya no tiene en su corazón la esperanza, para alegrar al triste y hacer menos pesada su cruz. La palabra es un regalo bellísimo de Dios para manifestar altos pensamientos de amor y de amistad; por lo tanto, no podemos utilizarla de modo frívolo, vacío o inconsiderado. Recordemos lo dicho por Jesús en su paso por este mundo: ?Yo os digo que de cualquier palabra ociosa que hablen los hombres han de dar cuenta en el día del juicio?. (Mateo 12, 36)
Sería conveniente realizar una campaña nacional en colegios, escuelas, institutos y universidades, para que los estudiantes no hablen de esa manera cuando salen de las aulas, porque se están rebajando sin saberlo. Así como se trabaja para que los muchachos utilicen el cinturón de seguridad cuando manejan, así también se puede realizar una gran campaña para dignificar el lenguaje, para no echarlo a perder con nuestra torpeza y para que los valores continúen fluyendo de la mejor manera.
La semana pasada, un grupo de alumnas de segundo año de primaria de un colegio que existe en otra ciudad, se reunieron y fueron a hablar con su maestra para protestar porque sentían que al calificar los exámenes favorecía a dos de sus compañeras. Una de las reclamantes tomó la palabra en nombre de las demás y se quejó de las altas calificaciones que siempre obtenían sus dos amigas, sobre todo en aritmética, que era la clase que la maestra impartía. Después de escuchar con atención a las quejosas, la profesora pidió a una de las dos niñas, llamada Ivonne, que pasara al frente para que explicara a sus compañeras por qué sacaban tan buenas calificaciones. La pequeña contestó ?que su mamá y la mamá de su amiga les prohibía ver la televisión por las tardes y que esas horas las utilizaban durante la semana para tomar cursos especiales de aritmética, inglés, piano, ballet clásico, natación y tenis?.
La maestra nunca se imaginó que ésa sería la respuesta de la niña, pero la aprovechó para hacerles ver al resto de sus compañeras la enorme diferencia entre ocupar correctamente su tiempo libre estudiando materias adicionales, y desperdiciar las horas viendo y escuchando telenovelas que nada bueno les dejan y que van dañando sus buenas costumbres, las enseñanzas de sus padres y las que reciben de sus maestros. La superación personal que los progenitores inculcan a sus hijos reditúa inmediatamente en mejores calificaciones y en un óptimo aprovechamiento escolar. A esa niña llamada Ivonne, de tan sólo siete años y medio, se le escuchó decir en una ocasión, ?que cuando sea mayor quiere convertirse en una gran escritora (porque lee varios libros al mes) y en una gran doctora (porque admira mucho esa profesión), -aclarando que no sería una gran pianista, porque considera que es bastante difícil, pero que de todos modos sí tocaría el piano?.
Como cada año para estas fechas, observamos a muchas madres de familias ocupadas y preocupadas por las ?graduaciones? de sus niños y de sus jóvenes adolescentes. Al ver todo esto, nos preguntamos: ¿qué tanto aprendieron realmente esos pequeños durante el curso escolar? ¿Valió la pena el sacrificio de sus padres? ¿Merecen que se les coloque una toga y un birrete como acostumbran varios colegios, escuelas y universidades? ¿Están realmente preparados para hacerle frente a la terrible competencia, ya no local, ni nacional, sino internacional a la que tendrán que enfrentarse?
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