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Más Allá de las Palabras / LA CONSENTIDA DE LA VIRGEN

Jacobo Zarzar Gidi

Por su importancia, en estos momentos recordamos lo que aconteció aquel 13 de mayo de l917, cuando la Santísima Virgen María se apareció en Fátima, Portugal a tres pastorcitos: Lucía Dos Santos y a sus primos Francisco y Jacinta Marto.

Al ver la hermosura de la Reina, los niños preguntaron si también ellos irían al cielo. ?-Lucía y Jacinta, sí?, contestó la Señora.

-¿Y Francisco? Los ojos de la aparición se vuelven hacia el jovencito y lo miran con expresión de bondad y de maternal reproche mientras va diciendo: ?-Él también irá al cielo, pero antes tendrá que rezar muchos rosarios?.

¿Quieren ofrecerse al Señor y estar prontos para aceptar con generosidad los sufrimientos que Dios permita que les lleguen, ofreciéndolo todo en desagravio por las ofensas que se hacen a Nuestro Señor?

-Sí, Señora, queremos y aceptamos.

Con un gesto de amable alegría, al ver su generosidad, les dijo: ?Tendrán ocasión de padecer y sufrir, pero la gracia de Dios los fortalecerá y asistirá?.

En la segunda aparición, Lucía le dice a la Señora si se los va a llevar cuanto antes al cielo. ?-Sí, a Jacinta y a Francisco los llevaré muy pronto, pero tú debes quedarte aquí abajo, porque Jesús quiere valerse de ti para hacerme amar y conocer. Él desea propagar por el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María?.

-¿Y voy a quedarme solita en este mundo? ?-¡No hijita! ¿Sufres mucho? No te desanimes, que yo no te abandonaré. Mi corazón inmaculado será tu refugio y yo seré el camino que te conduzca a Dios?.

Cumpliéndose al pie de la letra la profecía de la Señora del Cielo, los dos niños mueren de neumonía pocos meses después de haber experimentado las visiones, y su prima Lucía conserva la vida hasta la edad de 97 años. En efecto, Sor Lucía, la última superviviente de los tres pastorcitos a quienes la Virgen María se les apareció en Fátima, Portugal, acaba de fallecer el 13 de febrero de 2005. Su tránsito a la Casa del Padre ocurrió un día 13, como el que en mayo de 1917 marcó su histórico encuentro con la Madre de Jesucristo. La hermana María Lucía del Corazón Inmaculado, murió en el convento de clausura Santa Teresa de Coimbra en Portugal, debido a complicaciones propias de su edad avanzada.

Juan Pablo II siempre ha dicho que la Virgen María le salvó la vida en el atentado que sufrió en la plaza de San Pedro el 13 de mayo de 1981 (otra vez el número 13) y en agradecimiento, el 13 de mayo de 1982, cuando se recuperó de las heridas, viajó a Fátima y pidió a las autoridades eclesiásticas que engarzaran una de las balas que atravesó su cuerpo, en la corona de la Reina del Cielo, cuya estatua se encuentra en el sitio mismo de las apariciones.

Con toda seguridad algo muy importante se nos quiere decir con estos acontecimientos que en la actualidad estamos viviendo, y que observamos con dificultad por el ruido ensordecedor que el mundo ocasiona. Somos privilegiados al constatar que en estos días se ha cumplido la hermosa profecía de la Virgen cuando le dijo a Lucía -su consentida- que viviría muchos años en este mundo para propagar la devoción al Inmaculado Corazón de María. Y digo que fue su consentida, porque cuando se les apareció a los tres niños, los tres la veían, pero únicamente Lucía pudo escuchar y hablar con la Reina del Cielo.

Se han cerrado dulcemente aquellos ojos que vieron los Ojos de la Virgen. La pastorcita ?después monja de clausura- fue sepultada en el Carmelo de Coimbra, y el año entrante, siguiendo su deseo, se trasladarán sus restos al Santuario de Fátima, donde se encuentran enterrados los otros dos videntes, sus primos Jacinta y Francisco Marto, fallecidos en la niñez y ya beatificados.

Lucía fue siempre una persona luminosa, llena de gozo y humildad por los acontecimientos de los que había sido destinataria y a la vez llena de amistad con Jesús y con María. Fue depositaria de una gran esperanza para la humanidad conviviendo muchos años con la revelación de la que había sido testigo y custodio. Se sintió investida de la gran misión de anunciar y de propagar los llamamientos de la Virgen de Fátima, y lo hizo a través de su libro Llamadas del Mensaje de Fátima.

Sor Lucía vio a María en pleno siglo XX. Fue privilegiada por Ella al darse cuenta de la sencillez de su corazón y de la transparencia de su alma. La que fuera humilde pastorcita intercede por la salvación del mundo a través de las formas más sencillas: la oración, la santificación de la propia vida, la penitencia, y la reparación de los pecados del mundo. Vivió siempre refugiada en el silencio y nunca fue vista como protagonista de acontecimientos mundanos.

El tercer secreto que se mantuvo oculto durante tantos años, es una visión profética que anticipó en 1917 los sufrimientos de la humanidad, los ataques de regímenes ateos contra la iglesia, la caída del muro de Berlín y el atentado contra el Santo Padre. La visión de un viacrucis interminable y el obispo vestido de blanco (Juan Pablo II) que camina penosamente hacia la cruz entre cadáveres de sacerdotes y religiosas (persecución religiosa que tuvo lugar en todo el mundo y principalmente en España de 1936 a 1939), y que posteriormente cae abatido por tiros disparados por arma de fuego (13 de mayo de 1981), representan una serie de acontecimientos sucedidos a lo largo del siglo XX y que forman parte del mismo secreto confiado a Lucía por la Santísima Virgen.

Lo más triste de todo, es darnos cuenta que el mundo ha hecho caso omiso de lo que la Virgen nos pidió hace 88 años. Fátima emerge como una llamada de atención y un mensaje de esperanza, un plan, una dirección a seguir no sólo para alcanzar la paz militar y política, sino también la paz interna e individual. Las estadísticas confirman un aumento sin precedente en el uso de drogas, crímenes, abortos, abuso infantil, alcoholismo, enfermedades mentales y falta de moralidad. Durante las apariciones de Fátima, la Virgen encomendó tres procedimientos como última respuesta a los problemas de la vida diaria, a la solución de las necesidades individuales: la oración diaria, hacer sacrificios y rezar el rosario. Si el hombre persiste en hallar satisfacción con el poder, el dinero, el erotismo y las drogas, con los cuales intenta dar significado a su vida, se destruirá a sí mismo y acabará con su manera de vivir. Mucha gente se preocupa únicamente de su propia existencia, sus intereses, sus sueños, sus metas particulares. Esa autopreocupación les impide darse cuenta del vacío que existe en su vida. El mensaje de Fátima es el mismo eterno mensaje cristiano tradicional que nos pide arrepentirnos de nuestros pecados y reencontrarnos con Dios. Fátima es pues una cruzada de oración y penitencia, que nos invita a ofrecer nuestra vida por la conversión de todos los pecadores. Si insistimos en seguir el camino por el cual venimos transitando y olvidamos a Dios, el mundo puede llegar a destruirse.

Se ha dado el último adiós a esta humilde carmelita que consagró su vida a Cristo, Salvador del mundo. Ella ha alcanzado así la meta a la que siempre aspiraba en la oración y en el silencio del convento. Con toda seguridad, quien ha ido a su encuentro y la ha acogido en el paso de la tierra al cielo, ha sido precisamente Aquélla que ella vio en Fátima hace ya tantos años.

zarzar@prodigy.net.mx

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