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Mayor migración y pobreza

Radiografía | El campo mexicano en punto de quiebra

Nuestro país, el gran perdedor del TLCAN.

El Siglo de Torreón

(Segunda de cinco partes)

Comarca Lagunera.- Las expectativas del campo mexicano no son muchas. La subsecretaria de Desarrollo Rural de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), asegura que sólo un millón de familias vivirá de la agricultura en un futuro en México.

Hoy hay cinco millones de familias que viven en la sociedad rural y combinan sus actividades, como sucede en todas las sociedades del mundo que se modernizan.

Según la dependencia, en México 250 mil familias rurales son comerciales, exportadoras y competitivas de clase mundial; a ellos se suman 750 mil familias con potencial de ser competitivas y vivir del sector agropecuario; pero dos millones 500 mil, que tienen pocas tierras, buscan ingresos adicionales, y un millón vive del campo sin tierra, que están como jornaleros o tienen un miembro de la familia que migra.

Para especialistas en el tema, la reforma al Artículo 27 de la Constitución generó gran parte de la crisis que hoy vive el agro.

Jorge Contreras Casas, catedrático de Historia de México del Colegio de Ciencias y Humanidades de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED), plantea que la reforma del Artículo 27 fue para preparar la entrada del Tratado de Libre Comercio.

?Esencialmente fue para darle ?en la torre? al campo y permitir la entrada de capitales privados al campo. Lo que pasa es que con la idea de que el campo entrara en la sociedad de mercado se reformó la Constitución pero no ha habido reformas fiscales de subsidios a la producción, que por lo tanto hace que la producción no sea competitiva en comparación con los países desarrollados?.

Raúl Villegas Vizcaíno, maestro e investigador de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN), recuerda que la Constitución de 1917 se enfocaba a que la tierra era de quien y para quien la trabajara. A través de una política de créditos, se quitó al campesino el derecho a decidir qué sembrar, quien aún siendo propietario de la tierra, fue despojado de este poder de decisión.

?Si ahorita no tiene precio el algodón, me interesa que lo produzcan otros porque yo no voy a perder, entonces les doy créditos para que ellos corran el riesgo?, señala, ?a través de esta política se dirigieron las decisiones del ejido y esto generó deudas?.

Con la reforma en 1927, se transformó la idea revolucionaria a que la tierra es para quien decide qué se siembra, y ahora la tierra es de quien tiene el certificado y lo puede comprar. Señala que el resultado final de la reforma fue acentuar las diferencias en los ingresos de las personas.

?Ya no es una diferencia sutil ligada a la productividad de la tierra sino a condiciones sociales, económicas y políticas que determinan que unos pocos tengan mucho y unos muchos tengan poco?, añade.

Para Ulises Adame, diputado federal, la reforma del Artículo 27 pulverizó el ejido, ?se pensó que un ejidatario iba a poder utilizar su tierra para capitalizarse pero desde el principio supimos que cuando el campesino tuviera la oportunidad de vender o malbaratar sus tierras, lo haría porque no tenía otra opción, porque no iba a ver más ingreso de capital, toda la tierra se iba a concentrar en muy pocas manos, el resultado es ése y si alguien creyó que copiando el modelo norteamericano, en el que los campesinos son pocos y altamente productivos, funcionaría, se equivocó?.

Comenta el legislador que los campesinos mexicanos no son competitivos ni autosuficientes en producción de alimentos.

?No tenemos el nivel que se requiere en este momento para como país enfrentar los retos de la globalización y el Gobierno a pesar de tantos llamados, discursos o acuerdos, no ha tenido la capacidad para desarrollar los programas nuevos que se requieren en este momento?.

Pedro Peralta Cavaría, director del Instituto de Investigaciones Sociales de la UJED, afirma los cambios en la Constitución provocaron emigración, porque una gran parte de las 400 mil personas que se va al año del país es gente del campo que no tiene opción de trabajo. Existe emigración y pobreza.

¿Un paso natural?

El delegado regional de la Sagarpa, Alfonso Oliverio Elías Cardona, afirma que con la reforma al Artículo 27, se formalizó lo que ya se venía dando de hecho, como la renta de tierras. Era una práctica cotidiana y la reforma sólo vino a darle el carácter de legalidad.

Al recordar la reforma el presidente de la Cámara Agrícola y Ganadera de Torreón (CAGT), Pedro Vázquez Rodríguez, considera que fue un gran logro del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, porque se trataba de dar certidumbre a la tenencia de la tierra y se evitaban las afectaciones de tierras, sobre todo que estaba en puerta el Tratado de Libre Comercio.

?Por desgracia las políticas del campo también dependen de sexenios pero ojalá no se vaya dar marcha a esto, pues al estar seguro en la tenencia de la tierra, el productor puede comprometerse con créditos para realizar grandes proyectos y crecer en la medida que las circunstancias lo permitan?.

Por el contrario Vladimir Moreno Salas, regidor del Ayuntamiento de Lerdo por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), e integrante de la Comisión de Desarrollo Rural Municipal, considera la reforma como una traición a los campesinos.

?La reforma es la traición más grande al agrarismo, a los hombres que lucharon en la Revolución, a los ideales de Zapata, de Villa, de Flores Magón, de tantos hombres que dieron su sangre por vivir bien, no olvidemos que los sombreros y los huaraches hicieron la Revolución y Carlos Salinas de Gortari es un traidor al realizar las modificaciones al Artículo 27 constitucional en el que se había invertido mucho ideología y principios, de hecho es un retroceso neoliberal y pro-capitalista?.

Armando Luévano González, maestro e investigador de la UAAAN, señala que la reforma al Artículo 27 vino a reconocer una realidad que prevalece en el campo, la necesidad de mover la oferta de tierras que existía para con esos recursos, alcanzar cierto nivel de producción y de seguridad en la tenencia.

?Ante la ausencia de apoyos del Gobierno Federal y los estados mismos a los ejidos, se les dejó en condiciones de indefensión, quedó en manos de quien lo quisiera comprar, sin dinero para producir, para sostener a una familia?, comenta, ?muchos ejidatarios se vieron en la necesidad de vender sus tierras?.

Sergio Félix Landeros, secretario general de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), menciona que con la reforma se deformó totalmente el campo. Esto trajo la inclusión de algunos actores y le dio la oportunidad a gente de dinero para que empezara a inmiscuirse en el campo, a comprar tierras ejidales, posesionarse de los pozos profundos, originando que la Iniciativa Privada metiera las manos en el agro y lo privatizara.

Ramón Verduzco, González, coordinador de la Comisión de Fomento Agropecuario en el Congreso de Coahuila, comenta que como consecuencia de los cambios a la Constitución se obligó a los ejidatarios a prácticamente a vender, ?y sobretodo en comunidades como la nuestra que se encuentran mucho muy abandonadas a distancia y atención por parte del Gobierno Federal?.

Sin armas para el TLC

Pedro Peralta Cavaría, director del Instituto de Investigaciones Sociales de la UJED, dice que a diez años del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) existe más emigración y más pobreza. Ahora se están adquiriendo grandes propiedades de ejidos, pero no para la producción, sino para la especulación, se compra la tierra y al rato se vende más cara.

?Ahora la tierra está destinada para construir desarrollos habitaciones, cabañas, desarrollos turísticos, que no tiene nada que ver con la producción agrícola-agropecuaria?.

Afirma que el problema parte de esta base: el campo norteamericano y canadiense, básicamente el primero, está fuertemente subsidiado por su Gobierno. A cifras de 2001 a cada productor norteamericano le tocaban 20 mil dólares de subsidios al año. (Claro que eso no es homogéneo, es un promedio que no toma en cuenta que grandes compañías de ese país se llevan la gran tajada en cuanto a los subsidios).

?Entonces, el producto agrícola norteamericano con el subsidio es muy barato, comparado con los 700 pesos que por hectárea le dan a nuestros productores y esa desproporcionada relación en subsidios sigue siendo la misma a la fecha. No podemos competir con precios con subsidios tan altos, aunado al alto desarrollo tecnológico en los Estados Unidos?.

Sin embargo, un sector minoritario que no pasa de 300 mil productores ha sido altamente beneficiado, son los que venden brócoli, tomate y otra serie de hortalizas, frutas, aguacate. Ésos sí se han visto beneficiados con relación a la mayoría de los 25 millones que hacia 2000 habitaban en el campo.

Por su parte Raúl Villegas Vizcaíno, maestro e investigador de la UAAAN, observa dos consecuencias del Tratado de Libre Comercio en el campo mexicano: pobreza e emigración. Explica que ?el TLC establece una competencia desigual, con reglas desiguales entre desiguales?.

Cuando un productor que recibe un apoyo magro del Estado, dice, compite contra otro que recibe un apoyo sustancial, no compite un productor contra otro sino la economía de los países, con lo que resulta ?iluso? pensar que México pueda salir bien librado.

?El resultado es que cuando el productor de Estados Unidos pone un precio de venta del maíz, frijol o cualquier producto agrícola inferior, está provocando que todos los demás tengan que bajar sus precios y con eso, sus ingresos, a grado tal que no llegan a cubrir los costos de producción, lo que se traduce a producir para perder?, indica, ?eso no es alentador para nadie ni da ningún resultado positivo?.

El investigador de la UAAAN dice que México está dejando de lado la soberanía alimentaria, pues el país ha dejado gradualmente de producir lo que comemos y con esto, queda en manos de quien vende los alimentos, lo que genera una situación de ?pérdida de la independencia?.

El economista, José Castro Mancillas dice que la puesta en marcha del TLC ha sido muy complicado para todos los sectores, tanto ejidal como de pequeños propietarios, porque los niveles de productividad de México con respecto a sus socios comerciales del norte son muy diferentes, lo que suponía necesariamente una condición de competencia muy distinta.

?Si a eso le agregamos graves problemas en materia de costos, de electricidad y diversos factores, hablamos de que la competitividad de nuestros productores está muy por debajo de sus homólogos norteamericanos y canadienses?, manifiesta, ?sí hay muchos problemas en el campo por esta situación?.

El diputado federal, Ulises Adame, advierte que después de diez años del TLC no hemos aprendido, ?pero lo más dramático es que en un afán de modernidad de mercados abiertos fueron abandonando poco a poco el apoyo a los campesinos y al sector hasta que éste prácticamente se pulverizó?.

En este contexto Luis López Álvarez, profesor de historia y ex coordinador del Congreso Agrario Permanente (CAP) en la Región Lagunera, no duda cuando afirma que la reforma al Artículo 27 fue la puntilla para terminar con el ejido.

Expone que a diez años del TLC sólo hay pobreza. ?Una pobreza lacerante en el sector social, porque la mayoría de los campesinos laguneros sólo posee dos hectáreas, las cuales no pueden ser sembradas en su totalidad por la falta de lluvias y así cómo se puede exportar con una hectárea que se alcanza a sembrar y cómo se puede cultivar algodón, por ejemplo, si el crédito máximo es de diez mil 800 pesos cuando el costo real es de 20 mil pesos? ¿cómo puede competir con el pequeño propietario si no tiene maquinaria??.

Por otra parte, añade, los grandes números y estadísticas que maneja el Gobierno y difunde, son de grandes empresas, como Lala, Beta San Gabriel, ?porque a nosotros ni siquiera nos van a ver?.

El gran perdedor

José Antonio Murra Giacomán, director de Tecmur, participó en las mesas de negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte dentro del sector industrial en 1993, por lo que afirma que uno de los ganadores de este acuerdo comercial fue el sector de manufacturas, pero también señala que uno de los grandes perdedores fue la agricultura.

Señala que a diez años de la firma de dicho acuerdo, los resultados se observan dentro del sector industrial de Coahuila y de La Laguna, pero, la agricultura no muestra signos de recuperación sino de un decrecimiento que han convertido a México en una nación dependiente del exterior.

Haciendo referencia al trabajo hecho por los europeos durante más de 40 años para conformar la Unión Europea, el entrevistado precisa que le llama la atención el que no se haya signado un acuerdo fiscal y agropecuario entre los países participantes. Explica que cada Gobierno decidió proteger su sector, por lo cual lo excluyó de las negociaciones de este tratado comercial, situación que no se aplicó con México al permitir una desgravación arancelaria inmediata en diversos productos del campo.

Contrario a los beneficios que se han obtenido dentro de la industria manufacturera nacional, el sector agrícola no cuenta con los recursos naturales y el capital necesario para hacer del campo mexicano productivo y competitivo ante la política de subsidios que aplica el Gobierno de Estados Unidos. El no tener agua necesaria para cultivar granos, hortalizas y otros alimentos, resta al país la posibilidad de ser productivo y autosuficiente.

Menciona que Japón pactó con México una eliminación arancelaria inmediata en muchos de sus productos agropecuarios, sin embargo, no cedió en las negociaciones correspondientes al arroz, por ser un cultivo estratégico para dicho país.

El empresario hace referencia que actividades como la producción de leche y huevo lograron una desgravación paulatina y de largo plazo, motivo por el cual son industrias que han crecido y han sabido aprovechar las ventajas del acuerdo comercial.

Mañana: El fracaso del Gobierno

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