Inmersos como estamos en el asunto del desafuero –crisis política que tiene en vilo a toda la República- poca atención causó la visita de la argentina Olga Wornat a México. Periodista polémica que busca relacionar las esferas pública y privada de sus entrevistados; Wornat vino al país a presentar su más reciente obra, Crónicas Malditas, en donde narra con lujo de detalles la manera en que la igualmente controversial Marta Sagahún de Fox se conduce cuando se encuentra tras bambalinas. Este columnista ha tenido ya un primer acercamiento con la obra y puede afirmar que si bien la lectura del texto resulta interesante, en general está plagada de chismes de alcoba que ni están bien fundamentados ni mucho menos abordan temas torales que de alguna manera puedan enriquecer el debate de las ideas.
La figura de Doña Marta –la otra mitad de la pareja presidencial- ha sido sometida en innumerables ocasiones al escrutinio de los medios de comunicación. Si bien la Primera Dama ha propiciado por iniciativa propia estar bajo cámaras y reflectores; haciendo honor a quien lo merece, se puede afirmar la prensa se ha ensañado en demasía y constantemente la critica. Pocos son los medios afines a sus propuestas, sin embargo muchos mexicanos (y especialmente aquellos que la han tratado de cerca) aseveran o coinciden en algo: la señora tiene un genuino interés por ayudar al país, no se queda cruzada de brazos ni permanece estoica ante el dolor humano. “Sencillamente se trata de una mujer hiperactiva con las mejores intenciones” señala una informante de Los Pinos que trabaja directamente con la esposa del presidente Fox.
Al revisar la historia de México durante el siglo XX podremos darnos cuenta que la figura de la Primera Dama cumplió –salvando las excepciones- con un papel tradicional, se puede decir que prácticamente de adorno. La esposa del Ejecutivo cumplía funciones de relleno o meramente asistenciales y hasta la fecha las lagunas jurídicas o el poco interés por someter a una normatividad actualizada sus atribuciones sembraban dudas sobre cuales eran los alcances verdaderos de su poder de maniobra. Cabe destacar que Sagahún de Fox aprovecha la inexistencia de límites y emprende una batalla épica a favor de los pobres, de los que no tienen voz para expresarse.
Desde su matrimonio con Vicente Fox, Marta fue motivo de mordaces murmuraciones provenientes de distintos sectores de la población que con incredulidad y asombro veían que la zamorense sencillamente no se iba a quedar quieta encabezando al DIF. En corto: somos un país donde todavía predomina el machismo recalcitrante y no estamos acostumbrados a que una mujer dictamine la agenda a seguir. A muchos les inquietó que la imagen de virilidad proyectada por Vicente Fox fuera a sufrir un desgaste innecesario dada la conocida afección de su mujer hacia los micrófonos.
Poco acostumbrada a las intrigas palaciegas, en opinión de este columnista Marta Sagahún cometió algunos errores que a continuación se destacan: demasiadas olas; hacerle sombra a su marido; no acercarse a ciertos medios (léase prensa escrita, especialmente la de provincia); prestarse a que la pseudointelectual Sari Bermúdez escribiera una biografía plagada de errores ortográficos, cursi y mal fundamentada, entre otros. Muy a pesar de lo anterior en general su actuación resulta satisfactoria y no nos quepa duda que el comportamiento de la señora marcará un parteaguas, antes y después de ella.
A Doña Marta la critican por estupidez y media. Que si gasta mucho en ropa, que si habla raro, que trajo a Elton John y etcétera. Yo quiero que ahorita algún valiente me enumere los éxitos de la Primera Dama. ¿Verdad que nadie se ha puesto a estudiarlos? ¿A poco no es tendencioso hablar nada más de los errores y no señalar los aciertos? ¡No señores! Si criticar desde los asientos de atrás es rete fácil. ¡Aviéntense al ruedo y ya verán!
De acuerdo, muchas veces su actuar ha sido tremendamente cuestionable. En el tintero quedan muchas dudas, sobre todo aquéllas relativas al supuesto enriquecimiento de sus hijos y el destino de los recursos de la Fundación Vamos Marta; perdón, quise decir la Fundación Vamos México. Si le da o no toloache su marido o si en misas negras quema fotos del señor López (cosa que de ser cierta me causaría una enorme emoción) ello no debiera importarnos mucho pues la historia la juzgará por sus actos a favor de los mexicanos, no por lo que pase en la intimidad de la cabaña presidencial.
Sí, es afecta al poder y vaya que lo disfruta. Digo, a cualquiera marearía vivir en Los Pinos y escuchar halagos constantes. ¿Alguien se ha puesto a pensar que si bien tiene humanos errores y contradicciones en el fondo podría sentir algo de amor por México? Me queda claro: al igual que el Presidente, la Primera Dama es una mujer muy pero muy bien intencionada que en ocasiones, quizá por el frenesí del momento, se ha dejado llevar por el corazón y ello ha propiciado transite caminos y sendas equivocadas.
¡Ya déjenla en paz, caramba! Me encantaría verla de Jefa de Gobierno del D.F. También sería magnífica opción Beatriz Paredes. Por el momento nos tendremos que conformar con la estulticia llamada El señor López.
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