Mérida, Yuc.- El pitcher mexicano, Roberto ?Metralleta? Ramírez, aseguró que la Liga Mexicana de Beisbol (LMB) debería jugar una temporada exclusivamente con peloteros nacionales para que surjan talentos con calidad de exportación a grandes ligas.
En entrevista en esta ciudad, el jugador de los Diablos Rojos del México subrayó que en la LMB existen jóvenes con características para consolidarse como estrellas, sin embargo, los dueños y directivos de los equipos no confían en el beisbolista mexicano.
?En esta liga, hay muchos novatos con aptitudes para ser grandes jugadores, en particular los pitchers, quienes tienen buenos brazos y lanzamientos que superan las 85 millas por hora, algo que en su época hubiésemos querido jugadores como Ricardo Rincón o yo?, dijo.
Reconoció que a pesar de ello, es necesario que a los nuevos prospectos se les apoye con oportunidades para jugar a un nivel competitivo y profesional como la LMB, de tal manera que los jóvenes aprendan de los jugadores veteranos.
Respecto a su posible retiro del beisbol profesional, tras 16 años de jugar a este nivel, afirmó que todavía no es tiempo para abandonar este deporte que le ha dado satisfacciones y también amargas experiencias, como la lesión que tuvo en 2003 y que le mantuvo alejado durante una temporada.
?Mientras Dios me dé fuerzas para seguir y el brazo para lanzar no se sienta, seguiré muchos años más porque para los pitchers lo importante es que el brazo se conserve de buena manera, y mientras esto sea así, hay ?Metralleta? para rato?, aseveró.
El lanzador zurdo indicó que la única forma en que podría retirarse del beisbol es cuando no haya lugar para él en los Diablos Rojos del México, ?cuando la directiva diga que no hay lugar para Roberto Ramírez, abandonaría este deporte y no jugaría en otro equipo, pues mi corazón es 100 por ciento escarlata?.
A sus 33 años de edad luego de debutar en 1989 con el México, expuso que el secreto para mantenerse tantos años en la pelota profesional es la disciplina y no dedicarse a los vicios, además de disfrutar lo que hace y entregarse cada vez que tiene la oportunidad de ir al terreno de juego.