Basta revisar someramente las páginas de los periódicos en prácticamente todas las grandes ciudades del país para entender que el Estado no sabe, no quiere o no puede solucionar el problema de la creciente inseguridad pública. Es más, hasta los operativos que buscan demostrar -más que efectividad- la fuerza que es capaz de desplegar un Gobierno en su afán de al menos intimidar a la delincuencia organizada, resultan un aparatoso y patético fracaso.
El balance de las primeras siete semanas del pomposamente llamado México Seguro es por igual negativo y contundente: no sólo siguen las narcoejecuciones, sino que hasta con bazucas y granadas se enfrentan las bandas rivales de delincuentes sin que ninguna autoridad (federal, estatal o municipal) se atreva a molestarlos. Los juegos de simulación, invariablemente, llegan a un nivel en que resultan insostenibles y tal vez por ello, ahora el presidente Fox ordena “radicalizar” el operativo en esas ciudades fronterizas que constituyen una evidencia de que los poderes reales en México están más relacionados con el crimen organizado que con la Ley o las autoridades de cualquier nivel.
Ayer, durante una entrevista en red nacional con la periodista Denisse Maerker, el precandidato del PAN a la Presidencia de la República, Santiago Creel aseguró que tiene bien estructurado un plan para combatir efectivamente a la delincuencia organizada y “pegarles donde más les duele” que son sus cuentas bancarias, empresas y propiedades y afirmó que cualquier habitante en las ciudades más conflictivas, sabe perfectamente dónde viven y quiénes son los narcotraficantes.
Lo más interesante de todo es que Santiago Creel fue el secretario de Gobernación durante cinco años y valdría la pena el preguntarle porqué desde Bucareli no luchó por lo que ahora presenta como su propuesta contra la inseguridad y concederle la razón cuando afirma que todos saben quiénes son y dónde están los delincuentes.... a lo que únicamente se le agregaría que menos los policías, municipales, estatales y federales, o al menos a eso siguen jugando las fuerzas del orden en esta, la administración del cambio.