EFE
LOS ÁNGELES, EU.- Un Michael Jackson despeinado, en pijama y zapatillas, tras llegar más de una hora tarde, asistió ayer al juicio que se celebra en su contra por abusos sexuales, en una jornada en la que declaraba el menor que le acusa. El cantante, que alegó dolor de espalda y caminaba con dificultad, llegó al juzgado a las 9.35 horas locales, con una hora y cinco minutos de retraso, y sólo después de que el juez, Rodney Melville, le amenazara con una orden de detención por desacato si no comparecía.
Su entrada fue tan espectacular como tensa la espera. Jackson, quien hasta ahora siempre había comparecido ataviado de forma impecable, llegó como recién salido de la cama: con el pelo sobre la cara y un abrigo que no conseguía ocultar un pantalón de pijama azul y zapatillas de andar por casa.
Tras conversar a puerta cerrada con los abogados del caso, Melville decidió que no se tomarían medidas contra el cantante por su tardanza y el juicio continuaría normalmente. De haber entrado en vigor la orden de detención, hubiera dejado al cantante bajo custodia de las autoridades y Jackson hubiera perdido la fianza de tres millones de dólares que depositó al comenzar el caso.
«El señor Jackson tenía un problema médico y me fue necesario ordenar su comparecencia», explicó el juez en la sala. «El juicio va a seguir adelante... Al tomar esta decisión, no estoy expresando ninguna opinión», añadió. Su advertencia se dirigió al jurado para que no saquen conclusiones de este nuevo sobresalto.
El menor que acusa a Jackson de abusos sexuales declaró ayer, sentado en el estrado, en un caso donde el veredicto del jurado dependerá en gran parte de la credibilidad de su testimonio. Se trata de una jornada crucial para el cantante, acusado de diez cargos, entre ellos el de abuso sexual de un menor, y donde lo que se ha puesto en duda es su credibilidad.
Los comentaristas coinciden al señalar que este nuevo espectáculo puede minar la credibilidad de Jackson y hacerle perder la ventaja con la que trabajaba su abogado, Thomas Mesereau, al acribillar el testimonio de los que hasta ahora han prestado declaración. Mesereau fue especialmente duro con los hermanos del demandante cuando pasaron por el estrado durante esta semana.
El abogado defensor quiere mostrar las incongruencias que existen en estos testimonios y aproximar a esta familia a la descripción que dio al principio del juicio, cuando les llamó «mentirosos».
Por el momento el testimonio del demandante cuenta con la seguridad de la que carecieron sus hermanos. El joven de 15 años, que tenía 13 en el momento de los supuestos abusos, comenzó su testimonio el miércoles, y a preguntas del fiscal Tom Sneddon dijo que Jackson era «su mejor amigo en el mundo».
«Zumo de Cristo»
El joven, identificado como John Doe en términos legales, dijo que el cantante le regaló un reloj de pulsera estimado en 75.000 dólares y le indicó que no podía contarle a nadie sus experiencias con el alcohol. John Doe afirmó que en el viaje desde Miami a Neverland, Jackson le ofreció vino dentro de una lata de Coca Cola dietética y le dijo que probara «el zumo de Cristo».
«Él dijo: 'Ya sabes, cómo Jesús bebía vino, lo llamamos 'el zumo de Cristo'», contó. Luego Jackson le ofreció el reloj y le dijo que el regalo era en señal de su amistad. El adolescente, de ahora 15 años, indicó que la primera vez que tomó alcohol en su vida fue después de que la estrella le ofreciera vino en la habitación de un lujoso hotel de Miami.
La presunta víctima y sus familiares alegan haber sido forzados a viajar a Miami debido a que los asesores de Jackson les habían dicho que sus vidas corrían peligro. El viaje a Miami, según la presunta víctima, se produjo cuando se difundió en EE UU el documental 'Living with Michael Jackson'. Los fiscales alegan que después de emitirse el documental en el mundo los asesores entraron en pánico por las terribles consecuencias que podía tener en la imagen del artista, y que decidieron llevar al adolescente y a su familia a Miami y más tarde a Neverland, donde los mantuvieron secuestrados.
