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Minuto Rotario / DISERTACIÓN EN LA CEREMONIA A LA EXCELENCIA ESTUDIANTIL

Dr. Ignacio Méndez Lastra

(Segunda Parte)

Jóvenes, ¿valdrá pues la pena que ustedes inviertan estos próximos y maravillosos años desempeñándose con todo el brío y la pasión de quien está construyendo su castillo, sabiendo a ciencia cierta que ése, y ningún otro, será el único castillo que tendrá oportunidad de construir durante su permanencia en la tierra?

¿Habrá valido la pena el estudio diario, concienzudo y cuidadoso con el que fueron acumulando conocimientos, promoviendo destrezas y ejercitando virtudes?

¿Habrá valido la pena el cultivo constante y el pleno respeto de los valores que sustentan su razón de ser y que luego adornarán y harán grata y gentil a la sociedad en que vivirán, a la empresa en que trabajarán y a la familia que formarán?

¿Valdrá la pena, en síntesis, que continúen ahora haciendo el mejor, el más apasionado y el más constante esfuerzo que les sea posible, sin medir el precio que les cueste, para lograr en todo y para todo, su excelencia personal?

La respuesta es obvia, pero exige en este momento de cada uno de ustedes un compromiso íntimo, formal, sólido, impostergable, no negociable y total. Y al formalizar tal compromiso en esta solemne ceremonia de premiación, teniéndonos a todos nosotros como testigos, es a lo que formalmente los convocamos.

Permíteme ahora personalmente dirigirme a ti, no al grupo de ustedes, sino a ti, joven amigo o amiga, que al momento de terminar tu carrera profesional, estás ya haciendo recuento de todo lo que hasta hoy has llegado a ser con tu esfuerzo, para decirte cuánto me gustaría estar ahora a tu lado en este momento portentoso en que, de pie ante el mundo, tal vez sintiendo la soledad por primera vez, con la mirada en alto, contemplas un panorama infinito en opciones imprecisas que te amedrenta e ilusiona. Atrás quedaron ya los cuidados familiares de tu infancia y el calor de tu vida académica. Por una metamorfosis misteriosa has dejado ya de ser un protegido y ahora, en plenitud, te eriges como un protector por derecho propio.

Y así como un actor se prepara cuidadosamente para entrar en escena, de igual forma te aprontas tú con todo esmero para presentarte ante el mercado de trabajo, y lo haces así pues sabes ciertamente que es mucho lo que está en juego, como para permitir que tu valiosa imagen se desdibuje entre las tramoyas confusas de un escenario oscuro.

Permíteme una palabra más y un consejo acerca de todo ello.

En primer lugar, te invitaré a que tomes plena conciencia de todo lo que vales. Si verdaderamente te analizas como persona y como profesionista, te sentirás indudablemente satisfecho de lo que has llegado a ser y de los muchos valores que has acumulado en tu vida hasta ahora. Hazlo, pues esta seguridad en ti mismo es condición absoluta de tu éxito, ya que el mundo, que es asombrosamente intuitivo, te colgará una etiqueta si siente tu solidez y otra muy distinta si aprecia que careces de ella. Fortalece tu autoestima persiguiendo continuamente metas superiores y no permitas que nada ni nadie la destruya, pues es tu patrimonio más valioso.

En seguida te sugiero que derives generosamente esa certeza de tu propio valer hacia el mundo de los demás y advierte que nadie te necesitará por lo que eres o por lo que sabes, sino única y exclusivamente por las cosas que esté dispuesto a hacer con lo que sabes y con lo que eres. Te aseguro que la verdad que hay detrás de este concepto es tan grande, que suele determinar la vida o la muerte de cualquier relación profesional, pues el conocimiento es estéril, hasta que se traduce en acciones.

Es cierto que el mundo de hoy aparenta tener un rostro hostil y tal vez te inspire algo de miedo, pero tan inhóspito como te parezca, será siempre buen refugio para quien esté dispuesto al trabajo pleno, honesto, optimista y alegre, pues debes tener la certeza que nada ni nadie podrá interponerse en tu camino a la felicidad sino es sólo cuando tú se lo permitas.

Por otra parte, te diré que este maravilloso mundo está más lleno que nunca de oportunidades para la gente instruida, a pesar de todo lo que se diga en contra, pues nunca, en toda la historia, ha habido tanta cabida para la creatividad. Compruébalo por ti mismo mirando la vertiginosa evolución que el hombre está impartiendo a todas las cosas que te rodean. El problema no radica pues en la falta de oportunidades, sino en la capacidad personal que debes desarrollar tú para detectarlas pronto y para entrar en el juego que ellas te plantean.

Por eso mismo es que has de recordar siempre que, aún cuando te alejes de tu escuela, deberás seguir estudiando sin descanso, día tras día, por siempre, de igual manera que para seguir viviendo debes siempre seguir alimentándote. Advierte que la única protección que hay para preservar tu patrimonio intelectual, consiste en que vayas aprendiendo cada día las mismas cosas que estarán aprendiendo los futuros estudiantes de tu misma carrera. Ahora es pues el momento de evitar así tu obsolescencia y, para tu fortuna, nadie está mejor preparado que tú para lograrlo, pues si algo infinitamente valioso te enseñó tu escuela fue precisamente aprender. Sigue haciéndolo siempre, sin descanso.

Recuerda que tu misión en la vida es trascendente y que al cumplirla pasa a formar parte del mosaico admirable de la sociedad. Busca más bien la convicción mística de tu tarea y admira y quiere a tu oficio como se quiere a un hijo, pues es parte de ti y está inseparablemente ligado a tu destino. Así pues, no mires sólo la obra que sale de tus manos, sino el bien que ella traerá consigo, pues, ¡qué poco brillan los ojos del que coloca un ladrillo sobre otro, comparados con la luminosa mirada del que, haciendo lo mismo, sabe que está construyendo hogares y templos!

Y a la sociedad, mírala como miras a una madre, pues con todas sus virtudes y todos sus defectos, te presta generosa su seno para que siembres ahí tus raíces y puedas crecer y florecer según tu impulso. No hay nada ni nadie más que pueda hacer esto por ti. Y como la sociedad es imperfecta, ayúdala a corregirse, mas no como reformador violento y mutilante, sino como aportador constructivo, paciente, generoso y enriquecedor.

De las muchas verdades que hoy quisiera decirte alcanzo sólo a hacerlo con estas pocas. A ti te toca descubrir las otras. Mas recuerda siempre que no estás solo. Voltea a tu alrededor y asómbrate al percibir cuántos quisieran sentirse a tu lado y ayudarte. Acércateles, escúchalos y participa con ellos en las gloriosas aventuras que vendrán, pues el que aprendas a integrarte a equipos de trabajo y disfrutes de los triunfos en conjunto, es el último consejo valioso que hoy te dejo.

Así, al ir trascurriendo tu vida, y en tanto el mundo perciba tu presencia, se dirá de ti con certeza y con verdad: he aquí un profesional con el que se puede contar, en el cual se puede confiar, y de cuya buena fe nadie puede dudar... ¡He aquí a un hombre de honor!

Luis Carlos Reyes García. Club Rotario de Torreón orador anfitrión.

?A celebrar Rotary?.

nacho1948@hotmail.com

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