(Primera Parte)
Luis Carlos Reyes García, uno de los ideólogos más ilustres del rotarismo a nivel regional y miembro del Club Rotario de Torreón, fue el orador invitado para dirigir unas palabras a los jóvenes premiados por la Excelencia Estudiantil, por considerarlo un clásico dentro de los discursos del club, me permito reproducirlo en dos secciones para esta columna:
?Me presento ante ustedes queridos amigos estudiantes, líderes en la excelencia dentro de sus propias universidades, con la emoción indescriptible del que ve en ustedes, las luces más brillantes y las promesas más esperanzadoras del mundo futuro que todos nosotros tenemos por delante.
Y es que, está visto y comprobado, ustedes han logrado cultivar capacidades intelectuales finísimas y raras, que seguramente les permitirán afrontar con éxito la gran tarea de construir el mundo futuro desde cualquiera que sea la posición que tengan en su vida.
Y esto estaría muy bien. Estaría extraordinariamente bien. Pero, visto que el porvenir no está aún escrito, ¿en verdad cumplirá cada uno de ustedes su papel profesional de acuerdo a ese potencial que han demostrado?, ¿harán honor al perfil que su historial señala?, ¿lo harán ustedes realmente? Esto, que no puede ser la tarea de nadie, sino sólo la de ustedes mismos, es el tema que nos congrega aquí esta noche, además, ¡desde luego! De festejar sus triunfos logrados hasta hoy.
Por ello, porque conviene hablar ahora de verdades, con las que ustedes aún no se han confrontado, y de matices que tal vez aún no han percibido, es por lo que hoy me siento privilegiado de poder charlar brevemente con ustedes con la ilusión, tal vez, de dar un poquito más de luz a su momento presente y ayudarles con ello a trazar mejor el nuevo camino de sus vidas.
Para ello principiaré refiriéndome a esta solemne ceremonia de reconocimiento rotario a la Excelencia Estudiantil que atendemos juntos esta noche y en la que ustedes, queridos estudiantes excelentes, son los protagonistas principales. Vale una reflexión al respecto, pues lo cierto es que una ceremonia como ésta, por increíble que parezca, puede resultar tan profunda y rica, o tan superficial y vacía como cada uno de ustedes la quiera ver.
En la vida de todos los hombres y de todas las mujeres de la historia, siempre se han dado momentos trascendentales, en los cuales llega incluso a estar en juego el destino mismo de cada particular individuo. Son momentos en que cada quien, quiera o no, debe tomar una decisión, debe definir un criterio o debe hacer suyo un código para, ya de acuerdo a ello, actuar en consecuencia.
Son momentos clave en los cuales las circunstancias que rodean a cada persona están planteadas inestablemente, y por tanto, resulta indispensable que ésta las analice cuidadosamente, las reacomode a su conveniencia y las use según su inteligencia. No hacerlo resulta en una negligencia imperdonable, pues es en tales circunstancias que el derrotero de cada quien, o queda sólidamente bajo su control personal, o queda, lamentablemente, en manos de la casualidad.
Es por ello que esta noche, el Club Rotario de Torreón, siguiendo su profunda vocación de servir a la juventud, se dirige a ustedes y les recuerda que ha llegado el momento en que cada uno de ustedes está siendo solemnemente convocado para tomar una decisión, de tan gran importancia que tendrá resonancias absolutas, no sólo para sí mismo, sino también para cada una de sus familias, y desde luego, para toda esa sociedad que ustedes, heredan ahora de sus padres y en la que ahora vivirán. Me refiero nada menos que al momento en que cada uno de ustedes decidirá ante sí mismo y ante el mundo, qué es lo que verdaderamente desea hacer de su vida productiva y qué es lo que está dispuesto hacer para lograrlo, pues lo cierto es que está ya aquí, el momento grandioso en que ustedes se preparan para incorporarse a la sociedad, ofreciéndole las destrezas y habilidades que tan laboriosamente han venido perfeccionando durante sus estudios.
Y si tal vez pareciera que hablamos ahora acerca de un grupo anónimo de alumnos graduados, lo verdaderamente cierto es que en realidad hablamos específicamente de cada individuo, de cada persona, de cada uno de ustedes, que es, para bien o para mal, el elemento básico y fundamental que muy pronto conformará el gran mosaico de la sociedad futura. De ustedes, de cada uno de ustedes, dependerá su propio destino y felicidad, sino que también de cada uno de ustedes dependerá, como condición de todas las demás, la calidad y la excelencia de la sociedad en la que ustedes y sus hijos deberán vivir por el resto de sus días.
Y siendo cada uno de ustedes indefectiblemente ese necesario elemento estructural de la sociedad, ella, la sociedad que los necesita como el arquitecto necesita sus ladrillos para construir y renovar su edificio, va a clasificar a cada uno de ustedes, o como mármol... o como barro, según los conocimientos, los valores y la dinámica que hayan acumulado en sus años universitarios, y justo con ese mármol o con ese barro con que ustedes hayan formado sus personas, será con lo que habremos de construir dicha sociedad. Y sepan, eso sí, que de acuerdo a lo que ustedes elijan ser, serán claramente detectados y definidos pues nunca podrán engañar a la sociedad, y ella, la sociedad, lastimada o beneficiada por la presencia de ustedes, como juez único y supremo, será la encargada de premiarlos o castigarlos, de aceptarlos o de rechazarlos. Y lo hará estrictamente, no sólo según las cosas que ustedes sepan y según lo que ustedes valgan, sino muy principalmente, según lo que ustedes estén dispuestos a ofrecerle a ella.
Vistas así las cosas y visto el papel fundamental que cada uno de ustedes deberá por fuerza cumplir en la construcción de la sociedad, ¡Qué responsabilidad tan grande deben sentir sobre sus hombros en este momento!
Y no hay forma de ignorar todo esto pues les aseguro que, por reglas no escritas pero sí infalibles, así es el mundo que les aguarda. No sería justo que ustedes lo ignoraran y vinieran a descubrirlo cuando tal vez ya fuera demasiado tarde.
?A celebrar Rotary?.
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