(Primera parte)
En las nuevas generaciones de jóvenes, ha sido muy preocupante para los profesores universitarios, el comportamiento tan despreocupado, superficial y poco comprometido de la mayor parte de ellos. Sin esfuerzo mayor pasan por las aulas de las instituciones de educación superior, esperando que las posibilidades de exámenes repetidos los pasen a grados superiores, o bien algún trabajo especial y que les costó un esfuerzo mínimo pueda ser el aval para llegar a un año superior. Durante todo el ciclo escolar, asistieron a las aulas, cuidando no exceder los retardos o las faltas para tener derecho a los exámenes semestrales o finales. Difícilmente leían la clase, entenderla estaba fuera de su alcance, con frecuencia están ausentes de las elucubraciones más profundas de la ciencia, el arte o la historia, o bien porque vienen cansados -la visita a los antros hasta altas horas de la madrugada es una de sus mayores distracciones o ver televisión sin reposo y sin discriminar programas es otro- o declaran en forma pasmosa, que no tuvieron el suficiente tiempo para estudiar o para reflexionar.
A diferencia de las generaciones anteriores de los sesentas y setentas que cuestionaron fuertemente el sistema que vivían y fueron también grandes críticos sociales, con propuestas importantes para la reforma y en ocasiones hasta la revolución del medio donde se desenvolvían, fueron factores de cambios estructurales importantes.
Para las generaciones actuales de jóvenes los conocimientos doctrinarios o ideológicos no existen, las mesas de discusión o de diálogo en torno a los diferentes sistemas que enfrenta la humanidad y que repercuten fuertemente en el desarrollo de las comunidades en donde viven no son de su incumbencia, el deterioro del medio ambiente lo oyen con un dejo de rareza, es más, pierden el tiempo o se incomodan si en alguna ocasión son cuestionados a este respecto.
Han sido los muchachos producto la mayor parte de ellos de familias de profesionistas, empresarios, comerciantes, a quienes todo se les dio; han estado en los mejores colegios y universidades, siempre tuvieron automóvil en la casa, a veces hasta dos o tres; gozaban de vacaciones varias veces al año, tuvieron el confort que la sociedad les podía dar en las civilizaciones más adelantadas y han disfrutado de una paz postrevolucionaria, desde 1913, en que no tenemos conflictos bélicos o civiles mayores, a no ser los desastres naturales que ha padecido el Norte de la República, que los pudieran haber puesto en alguna dificultad o dilema en su vida.
En fin han sido muchachos nacidos y desarrollados en la comodidad, el consumismo, el hedonismo... con convicciones débiles, sin compromisos, indiferentes y guiados compulsivamente por las modas y los vestidos de "marca".
Interesados en indagar sobre este fenómeno tan desesperanzador, los rotarios hemos tenido varias reflexiones a este respecto, la última la efectuamos el pasado miércoles 19 de octubre, teniendo como invitado a nuestro amigo y Dr. Yamil Darwich, vicerrector de la Universidad Autónoma de La Laguna, reconocido educador en la región, quien dio pie a la discusión sobre este tema, al tratar en su conferencia: Los Líderes de la Sociedad del Conocimiento. Yamil describe a este tipo de jóvenes, al igual que otros autores universitarios como una "generación superficial", una "generación light"; "que está bien informada, pero con escasa educación, y muy entregada al pragmatismo. Todo le interesa pero a nivel superficial"; es un sujeto trivial, ligero, frívolo, volátil, banal y es muy permisivo.
También dicen de él: "no corre riesgos, va con la seguridad por delante, no cree casi en nada... es vulnerable, se siente indefenso, no hace las cosas con pasión. Lo que desea es tener poder, fama, un buen nivel de vida. Es un hombre sin vínculos, descomprometido".
Este hombre es el resultado de la sociedad de consumo, que le ofrece y publicita un mundo superficial, y le hace ver someramente los problemas actuales, pareciera que nada o poco le importa por no estar comprometido con su sociedad, que sólo le interesa buscar mayores beneficios con menores esfuerzos.
Lo invito a proseguir en esta reflexión la próxima semana, en la segunda parte de esta columna, en búsqueda de alguna solución o luz en este momento crítico que vivimos con nuestros jóvenes.
"Dar de sí antes de pensar en sí".
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