Estaba florecido el plúmbago cuando cayó la helada. Su fronda se cubrió con la blancura de la candelilla, que así se llama la escarcha en nuestra tierra, y ese blancor, con el azul de las temblantes flores, pareció como el manto de la Virgen.
Se fue el frío, y quedó amortecida la planta del jardín. Vino el sapiente jardinero y la podó hasta abajo, cerca de la raíz. "En primavera volverá a brotar", dijo con la certeza que los años dan.
Llegan a nuestra vida de repente heladas ráfagas de sufrimiento o soledad. Ese dolor nos tala el alma casi hasta la raíz. Pero si mantenemos viva la esperanza volverá a florecer el corazón. Sólo hay que saber esperar la llegada de la primavera.
¡Hasta mañana!..