En tiempos de mi señora abuela el ataque de nervios era el equivalente de la moderna depresión. A todas las señoras les daba alguna vez aquel ataque, sobre todo en ocasiones funerales. Cercana la medianoche las amigas de la llorosa viuda que velaba a su marido le decían: "Comadre, ya se está haciendo tarde. ¿A qué horas le va a dar el ataque?".
A mi señora abuela, mamá Lata, jamás le dio un ataque. "Ya me iba a dar -decía- pero tenía que planchar, o hacer de comer, o regar las macetas del zaguán, o darles de comer a los pájaros, o remendar los calcetines de los hijos, o prepararle la ropa a mi marido".
Mi sabia abuela atacaba a los ataques con trabajo. Con dosis suficientes de presión se puede combatir la depresión.
¡Hasta mañana!...