Una antigua costumbre campesina se conserva en mi casa: servir siete platos en la comida del Miércoles de Ceniza, primer día de la cuaresma.
He aquí los siete platos que disfrutamos ayer: caldo de habas, chicales, nopalitos, acelgas, tortas de camarón, pescado y -de postre- capirotada.
Difícil es explicar las tradiciones. Su origen se pierde en las nieblas del tiempo, si me es permitida esa frase de novela. Supongo que esto de los siete platos tiene relación con los siete dolores de la Virgen, o con las siete llagas de Jesús, o con las siete palabras que el Señor dijo en la crucifixión... Quizá con siete manjares, imagen de la abundancia de la vida, queremos conjurar la sombría amenaza de la muerte...
No lo sé, pero sí sé que en México la comida de cuaresma es la más sabrosa y variada del año. En esta época de mortificaciones los mexicanos, ricos y pobres, gozamos de muchas vivificaciones, bendito sea Dios.
¡Hasta mañana!...