Llegó sin previa cita y me dijo de buenas a primeras:
-Soy el bledo.
Lo saludé con gran cortesanía y a mi vez le di mi nombre. Luego le pregunté en qué podía servirle. Respondió:
-Todo mundo suele decir: "Me importa un bledo", pero muy pocos saben qué es un bledo. ¿Usted lo sabe?
Paladinamente le confesé que no. Me informó entonces:
-El bledo es una planta rastrera, comestible, de muy poco valor. De ahí que la palabra que la nombra signifique también cosa insignificante. Infórmelo así a sus lectores.
Por este medio cumplo la encomienda, aunque me temo que a mis lectores la información les va a importar un bledo.
¡Hasta mañana!...