Salim ben Ezra se enamoró de Aixa y la llevó a vivir con él en Córdoba. Diez mujeres puso a su servicio; de las diez, cinco eran moras y cinco eran cristianas. Hizo venir artistas que la divirtieran: la casa se llenó de músicos, recitadores y poetas.
Sin embargo Aixa se aburría. No le gustaba el encierro del palacio. Hizo Salim entonces que la sacaran en litera a pasear. Tampoco eso gustó a la muchacha: el encierro de la litera la enojaba. Salim ben Ezra pidió a un mozo del establo que enseñara a Aixa a montar a caballo. Aixa se prendó del mozo y escapó con él.
Y decía Ben Ezra con tristeza: "Lo que no le gustaba era el encierro de mi corazón. También el amor pone cadenas. Sólo quien verdaderamente se enamora hace renuncia de su libertad y la deja en las manos de quien ama".
¡Hasta mañana!...