Hu-Ssong llamó a sus discípulos.
-Suban a la montaña -les pidió.
Y les mostró el camino.
Empezaron el ascenso los alumnos en la hora de la madrugada. Pero volvieron cuando el sol estaba en el cenit.
-Maestro -le dijeron confusos a Hu-Ssong-. El camino que nos mostraste llega sólo a la mitad del monte.
-En efecto -reconoció el filósofo-. Aun así debieron seguir hacia la cima.
Los estudiantes entendieron lo que sin palabras les había enseñado Hu-Ssong, y se dijeron entre sí:
-El maestro, como buen padre -o el padre, como buen maestro- sólo nos muestra parte del camino. El resto lo debemos hacer nosotros.
¡Hasta mañana!...