La primavera no acaba de llegar aún. Se cumple el viejo cliché según el cual las muchachas bonitas se hacen esperar.
Ayer el día amaneció muy poco día. Parecía más bien tarde nebulosa. Los coches iban por las calles con los faros encendidos, y los transeúntes parecían fantasmas embozados.
Estos días marceños, se supone, son ya primaverales, y debería haber en ellos azul cielo y amarillo sol. En su lugar hay gris opaco. Tal se diría que el invierno se resiste a irse. Pero el invierno se va siempre, y tarde o temprano la primavera llega. Tiene la persistencia de la vida. Disfrutaré lo bello del invierno -sus paisajes impresionistas, su invitación a recordar recuerdos, la paz que pone en mí-, y esperaré la llegada de la primavera. Seguramente no tardará en llegar.
¡Hasta mañana!...