Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que estudió Embriología, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas como siempre- y continuó:
-Leyendo acerca de la historia moderna de México supe de la existencia de un pobre hombre llamado Arnulfo Pérez H. que solía poner en sus tarjetas: "Enemigo personal de Dios?.
-Alguien que se proclama enemigo personal de Dios no pasa de ser un tipo pintoresco ?siguió diciendo Jean Cusset-. De los que debemos cuidarnos es de quienes se creen amigos personales de Dios. Se creen salvos porque cumplen los ritos de una iglesia. Olvidados de su deber hacia los hombres dejan de practicar el amor y la caridad, que son el mejor modo de acercarse a Dios.
-Antiguamente -concluyó Cusset-, se hablaba mucho de "el temor de Dios?. Ese temor no debería consistir en verlo como al furioso padre vengador que castiga cruelmente nuestras culpas. El verdadero temor de Dios está en alejarnos de la soberbia de creer que somos sus predilectos, y en tener la humildad de buscarlo en nuestros hermanos. Sólo en ellos podemos encontrarlo a Él.
Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini. Con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!...