A los 35 años de edad Juan Capistrano tuvo un sueño en el cual se le apareció San Francisco y lo invitó a entrar en su congregación. Ese mismo día se despidió de la muchacha a la que había amado y luego desfiló por la ciudad a lomos de un pollino. Llevaba en la cabeza un capirote en el que escribió todos sus pecados.
Corría el año de 1421. Empezó Juan a predicar. Decía que los hombres se pierden por tres muy graves culpas: la soberbia, la conformidad con el mal y la falta de generosidad hacia los débiles. Luego de la caída de Constantinopla en poder de los turcos la cristiandad fue amenazada. Mahomet II remontó el Danubio con un ejército imponente. Los cristianos se le enfrentaron cerca de Belgrado. A punto de sucumbir las fuerzas de la cruz irrumpió Juan en la batalla clamando una sola palabra: "¡Cristo! ¡Cristo!?. Los soldados se reanimaron y vencieron al turco, con lo que Europa se salvó, y también la civilización occidental.
La fiesta de San Juan de Capistrano se celebra hoy. Cada año, puntuales, llegan las golondrinas a la misión que tiene su nombre en California. Amable santo es éste, cuyo día se festeja con vuelo y canto de aves, los ángeles visibles del Señor.
¡Hasta mañana!...