Nadie recuerda ya el suceso, pero en la Inglaterra victoriana se cometió un asesinato que provocó escándalo mayúsculo, y ni siquiera Sherlock Holmes, el genial detective, pudo encontrar al criminal.
Fue el doctor Watson, eterno acompañante del investigador, quien pocos minutos antes de morir reveló el misterio que se escondía tras aquel insólito fracaso -el único- de Holmes. En su lecho de muerte relató:
-Le pregunté: “Maestro: ¿cómo fue que el asesino pudo cometer ese crimen perfecto?”. Entonces él se acercó y murmuró a mi oído estas palabras: “Porque yo mismo le dije cómo hacerlo, y cómo borrar todas las pistas. Por eso yo mismo no lo pude hallar”.
Añadió Watson, y al decir eso se le acabó la vida:
-No quiero llevarme a la tumba este secreto. El asesino fue sólo un instrumento material: el verdadero autor del crimen perfecto fue Sherlock Holmes.
El suceso, lo dije arriba, está olvidado, pero quise ponerlo aquí como una aportación a la historia del crimen y de los grandes criminales.
¡Hasta mañana!...