He despertado en medio de la noche. Me despertó el silencio. No se oía en los aposentos de la casa el tictac del reloj de los abuelos.
Yo quiero mucho a esta antigua máquina del tiempo. Miré a mis mayores darle cuerda, y ahora mis nietos me miran al darle cuerda yo. El reloj tiene en la carátula dos palabras latinas: "Tempus fugit".
Se le acabó la cuerda al amado reloj, y su silencio me sacó del sueño. Para volver a él debo oír otra vez su acompasado péndulo. Pero no le doy cuerda: esperaré que venga la mañana para hacerlo en presencia de mis nietos. Ellos recordarán después, igual que yo recuerdo. Y alguno velará también en la alta noche, cuando el reloj acalle su sonido.
Ahora los dos callamos, reloj y hombre. Quizá él escucha mi silencio igual que escucho su silencio yo. Mañana volveremos ambos a nuestro tictac de cada día, quién sabe por cuántos días más. Tempus fugit...
¡Hasta mañana!...