Es una pena que tanta gente haya sufrido los efectos del caos y la desorganización en el concierto de Los Tres Tenores -al final solamente dos- en Monterrey.
Ciertamente esta noble ciudad no tiene culpa en lo que sucedió. Pero fueron muy justas las protestas de los asistentes por las molestias que debieron sufrir para llegar al sitio de evento, y por las incomodidades que pasaron en él.
En medio de todo eso se debe destacar la grandeza de Plácido Domingo. Su extraordinaria calidad de artista y su generosidad humana fueron lo mejor de la noche, en que brillaron también Alejandro Fernández y José Carreras, y en que la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Nuevo León mostró la excelencia que ha alcanzado. Debió acabar el concierto tras la vibrante interpretación que se hizo del bello himno del Fórum, pues luego el recital se "apalencó", quiero decir que cobró visos de palenque, quizás en un esfuerzo por compensar al público la ausencia de Pavarotti. Sin embargo un solo trozo, el de "La Tabernera del Puerto" en la voz de Domingo, bastó para hacer que esta noche sea memorable por algo más que por las penalidades que el público sufrió.
¡Hasta mañana!...